Semanario REGION®

Del 22 al 28 de Mayo de 2015 - Año 25 - Nº 1.179 - R.N.P.I. Nº 359581

Epecuén: más que un misterio oculto bajo el agua

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Muchas escuelas de fotografía y cine de Argentina realizan prácticas anuales en Epecuén, e incluso el ciclista inglés Danny Mac Askill filmó uno de sus retos en los alrededores. El vídeo obtuvo más de seis millones de reproducciones en Youtube.

La primera imagen que salta a la mente cuando se piensa en Epecuén es una fila de árboles secos y blancos remojados en agua, un sonido a viento fuerte de invierno y una sensación de frío en el cuerpo; sin embargo poco se sabe que más allá de la típica fotografía, el lugar es un espejo de diversas opciones para escapar de la rutina.
La cotidianidad de Epecuén gira en y sobre el agua. Y no es un líquido cualquiera envasado para el consumo humano, es agua mezclada con minerales de mayores propiedades curativas que el Mar Muerto y lo mejor de todo es que es un destino cercano.

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Su nombre viene de la lengua Mapuche y significa “Lugar verde”, pero cuenta la leyenda popular que esa frondosidad desapareció cuando “Epecuén”, hija del jefe de la tribu se enamoró del guerrero “Carhué”.

Ubicado en el partido Adolfo Alsina, de la Provincia de Buenos Aires, el pueblo está en la ruta sur oeste, muy cercano a La Pampa y tanto su nombre, fundación, desaparición y renacimiento están rodeados de un encantamiento acuático.
Su nombre viene de la lengua Mapuche y significa “Lugar verde”, pero cuenta la leyenda popular que esa frondosidad desapareció cuando “Epecuén”, hija del jefe de la tribu se enamoró del guerrero “Carhué”. Tanto se amaron que cuando el hombre cayó enfermo, las lágrimas de la joven dieron forma a un extenso lago que la ahogaron a ella misma y lo hicieron revivir a él. Hoy, el pueblo lleva el nombre de la mujer y la capital del partido bonaerense, el del hombre.
Pese a la mágica historia, los archivos sitúan la fundación del pueblo a principios de 1900 y 50 años más tarde, ya se ubicaba en un tentativo destino turístico internacional, con un promedio de 25.000 visitas entre noviembre y marzo. Las propiedades curativas del lago atrajeron a miles de europeos y argentinos. Se construyeron lujosos hoteles, mercaderías y confiterías y la población estable superó a los 1.500 habitantes.
En noviembre de 1985, después de constantes precipitaciones, la fuerza del agua rebasó el muro de contención que la separaba del pueblo y este quedó sumergido, bajo 10 metros, hasta pasada la década de los 90.
Pero la naturaleza y el amor son sabios. Con la llegada del nuevo milenio, Epecuén y Carhué atraviesan una etapa de renacimiento demostrable a través de una infraestructura turística pensada para el disfrute, el cuidado del cuerpo y el descanso de la mente. Tanto así que, en 2014 el lugar fue declarado Capital Provincial del Turismo Termal y séptimo destino más votado por los argentinos.

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Curiosa imagen de las ruinas. Un atractivo singular.

Cuatro escapadas paradisiacas
1. Playas para flotar sin esfuerzo. La cantidad de sal por cada litro de agua en Epecuén supera los 280 gramos, haciendo posible que hasta los menos habilidosos para la natación floten sin problemas. En la actualidad, hay dos playas aptas para el uso: la de características eco sustentables, con 100 sombrillas nuevas, actividades deportivas, duchas y bombas solares para la extracción de agua caliente.
La segunda es conocida como La isla y ofrece actividades musicales los fines de semana y feriados, parrillas y juegos para todas las edades.

2. Centros de Spa. Todos los servicios de hospedaje cuentan con piscinas térmicas y spa especializados en afecciones musculares y nerviosas. Si el plan es ir en familia o en pareja, un buen masaje o limpieza corporal a base de minerales le permitirá regresar renovado física y mentalmente a casa.

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Piscina cubierta del Hotel & Spa Termal Epecuén.

3. Viaje hacia el pasado. Visitar las ruinas del pueblo es un paseo imperdible. Casas, comercios, toboganes y calles fangosas dan la sensación de estar dentro de un set de filmación. En el recorrido se pueden ver imágenes de cómo era el pueblo antes de la sudestada, ingresar al living y cocina de las antiguas casas y ser testigo vivo de la leyenda. Caminando hacia el pueblo se observan los árboles consumidos por la sal, terrenos baldíos y espejos de agua en lugares casi desérticos. Es tan fantástico el recorrido que muchas escuelas de fotografía y cine de Argentina realizan prácticas anuales e incluso el ciclista inglés Danny Mac Askill filmó uno de sus retos en los alrededores. El vídeo obtuvo más de seis millones de reproducciones en Youtube.

4. Atardeceres y flamencos. Así como en la Laguna Colorada de Uyuni, en Bolivia, los atardeceres tienen un aura romántica; en Epecuén el cielo se cubre de un naranja contrastado con el plumaje rosa del flamenco austral, un ave en peligro de extinción que sobrevuela y se reproduce por la zona en los últimos y primeros meses del año.

Para los amantes de la naturaleza, terminar el día con los ojos puestos en un cielo de estas características será muy placentero.
Sea en familia, viaje de amigos o escapada romántica; Epecuén es un destino ajustable a cada necesidad. Hay hospedajes económicos en el camping municipal, con todos los servicios básicos incluidos, los hay más privados en departamentos y cabañas y si la idea es no limitarse en gastos, la red de hoteles con centros de estética y spa ofrece promociones durante todo el año. Y, lo más importante, cada rincón del pueblo tiene un encanto que se añeja con el paso del tiempo y del agua, protagonista principal en su pasado y presente.

Texto: Osjanny Montero González
Fuente: www.todoparaviajar.com