Pablo Daniel Bustos de Santa Rosa,
desde hace 5 años se dedica a la práctica
de la caza deportiva mayor y en la última temporada
2003 de ciervo colorado, logró el trofeo mayor
en Campos Libres en La Pampa, en la medición anual
que realiza el Club de Caza «Mapú Vey Puudú»,
sumando casi 217 puntos, cifra que lo ubica en el 16º
lugar del Ranking Pampeano de esta institución.
Bustos nos cuenta la inolvidable jornada de cacería:
«Fue el último fin de semana de marzo en
la zona de El Durazno. En el campo donde estaba, el
fin de semana anterior había escuchado algo de
brama y al otro fin de semana me dediqué a salir
a cazar. Iba con intención de lograr un buen
trofeo, pero no me imaginaba que me iba a cruzar con
semejante ciervo...»
El factor suerte
«El factor suerte fue el 90 % -dijo Bustos-, salí
sólo a las 7 de la mañana y eran las 8:15
y ya estaba de vuelta con el ciervo. Fue mucha suerte,
el ciervo me chocó a mí, venía
con 9 ó 10 ciervas y venían para el lado
mío, así que yo me quedé atrás
de un monte de chilladoras muy ralo. Cuando vi que venían
para el lado mío las ciervas, yo al macho apenas
lo alcancé a ver, no vi bien qué era,
levanté el fusil por las dudas -un 375 que me
había prestado el veterinario Jorge Castiñeira
de Carro Quemado- y me quedé esperando para que
viniera el ciervo, cuando me quise acordar estaba quieto
con el fusil levantado y la cierva a 10 metros mío
mirándome, me veían entero a mí,
sabían que algo andaba mal pero no sabían
qué era...»
El momento final
Pablo describe esos momentos únicos en la vivencia
del cazador, cuando el institnto marca que una gran
oportunidad está delante de uno y continúa
diciendo: «Yo tenía bien el viento, con
el fusil levantado, lo único que quería
era ver el macho, siempre el ciervo está atrás,
las venía arriando a las hembras y las ciervas
estaban al lado mío y el ciervo a unos 70 u 80
metros parado, como vió las ciervas paradas hizo
lo mismo; yo todavía no lo podía ver bien
y por ahí se dio vuelta y le vi la roseta, entonces
supe que era un ciervo grande, bajé la mira y
le tiré, no hizo ni 10 metros y cayó,
cuando llegué y lo vi, era una cosa increíble»
... «A esa hora estaba de día perfectamente,
fue todo de día, el ciervo no estaba bramando,
estaba con las ciervas pero no estaba bramando, la caminata
no sé si habrán sido mil metros, por eso
digo que la suerte fue fundamental, un 10 % el tirador
pero el 90 % suerte» concluyó con su relato
Pablo Bustos.
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