El 22 y 23 de octubre de 1971 el escritor Jorge Luis Borges visitó la provincia de La Pampa invitado por la Asociación Pampeana de Cultura Inglesa (APCI). En aquella oportunidad brindó dos conferencias en el salón de Actos de la Municipalidad de Santa Rosa, una dedicada al poeta Samuel T. Coleridge (en inglés), y la otra sobre “La poesía gauchesca” (en castellano).
Al conmemorarse el 40° Aniversario de la Asociación se realizó la mesa redonda “A la sombra de Borges: Algunas hipótesis sobre su legado”, que tuvo como disertante al Dr. José Javier Maristany, y se sumaron las participaciones del Profesor José Villarreal y de las Profesoras Dora Battiston, María Elizalde y Carolina Domínguez, de la UNLPam.

Al cumplirse 40 años de aquella importante visita, la APCI organizó una nueva actividad que tuvo como eje la figura y la obra de Jorge Luis Borges. Estas “Conversaciones” contaron con la presencia del escritor e investigador Fernando Sorrentino, secundado por los profesores y escritores José Villarreal, Dora Battiston, Diana Blanco, Olga Reinoso, Carlos Garrido y Sergio De Matteo.
Auspiciaron el encuentro: Asociación Pampeana de Cultura Inglesa, Diario La Arena, Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria (UNLPam), Secretaría de Cultura, Educación y Comunicación de la Municipalidad de Santa Rosa y Subsecretaría de Cultura del Gobierno de La Pampa.

Otras visitas
Podríamos recordar que Borges, según el relevamiento de archivos periodísticos, estuvo con anterioridad a esa fecha en La Pampa, y fue a principios de la década del ‘20 del siglo pasado, y como lo comprobó el escritor Carlos Rodrigo, había viajado a la Estancia Uncoyén, llegando por tren a Chanilao (Ojeda), también se acercó a Ingeniero Luiggi y Vértiz. La grabación realizada por la Dra. Elena Gil Gatica de la conferencia de prensa en el Hotel Calfucurá, que conserva la APCI y ahora ha sociabilizado, nos permite verificar parte de esta data. Además la expresión borgeana ha incidido en la producción literaria de autores pampeanos, por lo menos medio centenar de textos de diferentes géneros (poesía, cuento, novela, ensayo) lo confirman.

Sin embargo, en cuanto a las fechas, el autor de El Aleph hubo ingresado en la historia de la literatura pampeana mucho antes, cuando se publicó en dos días consecutivos su traducción del cuento “El príncipe feliz”, de Oscar Wilde, en el diario La Capital.
Esa presencia inaugural a través de la escritura ocurrió un 9 de agosto de 1910, y también en una misma jornada, pero del año 1985, Borges disertaría en el Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa, donde dejó patente su versatilidad, sabiduría y humor ante las preguntas del público.

Acercamiento a Borges
Al cumplirse diez años del fallecimiento de Jorge Luis Borges, otra escritora, Susan Sontag, le escribió un texto: “Carta a Borges”. En algunas de esas líneas de 1996 resalta no sólo el legado literario sino también algunas particularidades del escritor argentino. Sontag reconoce en dicha ausencia la fortaleza de una estética, y que la perfección de esa escritura ha fundado el nombre borgeano, pues su estilo es inconfundible; además de confesar la angustia de la influencia. En este caso, opera en un influjo constructivo que se proyecta en el aprendizaje. Sontag dice: “Todavía seguimos aprendiendo de usted. Todavía lo seguimos imitando. Usted le ofreció a la gente nuevas maneras de imaginar, al tiempo que proclamaba una y otra vez nuestra deuda con el pasado, sobre toda la literatura.”
Detenerse a pensar en esa trascendencia implica traccionar ideas, recuerdos, fábulas, mitos. Un capital simbólico que se refracta en cada uno de los textos de Borges. Es como si su obra fuera el espejo que nos devuelve imágenes remotas, que nos repite o nos multiplica en el vasto espacio de la creación; y en ese reconocimiento se encuentra lo que hemos leído y vivido, e, inclusive, lo que fue anhelado en el acto de la lectura. El placer del texto: ese texto que nos sustrae del mundo para ampliarnos el mundo; esa escritura en donde la imaginación se despliega y nos comprende, haciéndonos partícipes de la misma historia.
Llegar a Borges ¿siempre se está llegando a Borges? es descubrir no sólo la literatura en sí, sino que implica otras acciones, otros ámbitos, al autor de Ficciones hay que seguirlo, hay que adentrarse en sus laberintos, en sus viajes. Participar en el universo borgeano es admitir que la experiencia creativa se resuelve en el mismo proceso y, desde ya, se propaga, contamina, ofreciéndose en su propio artificio.
A todo lo antedicho Borges lo simplificó con singular maestría en un poema publicado el 3 de noviembre de 1963 en el diario La Nación, y que fue incorporado luego en el libro El otro, el mismo (1964).

“Everness”

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierra a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.