Al dueño de un prostíbulo también le gustaría que su hija se casase de blanco, como símbolo de una virginidad que con sus prácticas no auspicia.
C.B
Muchas veces hemos oído hablar del concepto tirar la chancleta, pero no siempre sabemos el origen de esa frase y su actual interpretación y vigencia.
La mitología porteña, reflejada en los viejos tangos, nos lleva a principios del siglo XX cuando se instalan prostíbulos en algunos precarios conventillos de barrios. En ellos los clientes esperaban su turno en un patio o en salas mientras conversaban bebiendo o jugando tramposamente a las cartas. El riesgo para los concurrentes de contraer las denominadas enfermedades venéreas era enorme. También lo era el ambiente, en donde las peleas que se generaban terminaban en forma sangrienta.
Las trabajadoras atendían rápidamente a sus clientes en locales tipo altillo que daban a esos patios o salas. Terminada la tarea, generalmente el hombre salía por otro sitio y la mujer convocaba al siguiente candidato tirando una de sus chancletas, al grupo en espera. La persona interesada en la convocante recogía esa zapatilla de entrecasa y se la llevaba a su transitoria habitación.
Con el tiempo tirar la chancleta incluso significó rendirse o entregarse, es decir dejar de luchar por un objetivo o idea.
Las muy discutibles reglas de juego de los prostíbulos o pirigundines son también usadas en otros tipos de quehaceres de marketing no ético. La promoción engañosa de instantánea felicidad es aplicada en actividades que terminan generando adicciones, que implican la pérdida de libertad, frente a dependencias que deja de manejar quien las tiene, y sin darse cuenta que es gerenciado por el que en forma oculta u ostensible presta los aparentes servicios.
La independencia de una sociedad se va perdiendo lentamente y en forma insensible, al bajar el nivel de capacidad real de cada uno de sus componentes, y su nivel ético. La corrupción oculta termina socavando los cimientos de cada sitio en donde se refugia la familia y sus componentes.
Todos hemos escuchado alguna vez el consejo de no tirar la chancleta. Eso iba a ser el título de esta nota periodística, pero me di cuenta a tiempo que faltaba otro componente en ese mensaje. No recoger la chancleta es el elemento esencial que ayuda a evitar que un prostíbulo funcione
Dejemos de ser clientes de toda corrupción, no sólo política sino también de dirigentes que en sus funciones, sean empresarias, gremiales, deportivas, etc. han terminado frenando por décadas un país que antes podía atender a su pueblo sin miedo al futuro.
La incoherencia es inmanejable y hace que las contradicciones de la vida terminen con nuestra existencia, transformando la persona en mero objeto-objetivo.
Carlos Besanson
Conceptos ya publicados en el Diario del Viajero n° 891
del 26 de mayo de 2004 |