Un grupo de investigadores de la División Química del Agua y del Suelo del Centro Atómico Constituyentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), trabaja en el desarrollo de un sencillo dispositivo para reducir la presencia de arsénico en el agua que utilizan algunas poblaciones rurales. Se trata de un reactor de tres columnas de plástico que utiliza como componente esencial huesos de vaca los que, tras un sencillo proceso de calcinado y trituración, logran retener el arsénico del agua potable.
El material elegido para hacer funcionar al reactor es la hidroxiapatita, una sustancia que los científicos de la CNEA vienen estudiando desde el año 2000. La hidroxiapatita es un mineral que está presente en los huesos y tiene la capacidad de inmovilizar contaminantes como antimonio, cadmio, zinc, cobalto y arsénico, según lo prueban diversos trabajos realizados por el grupo de investigadores.
“Se forma una unión estable entre los sitios reactivos del material y el contaminante, y queda éste retenido en la fase sólida porosa del dispositivo”, aseguró Juan Daniel Grande Cobián, químico especializado en este tema, quién destacó que el reactor que están diseñando está especialmente pensado para entornos rurales y aislados, en donde muchas veces no se tiene acceso a la energía eléctrica.
“Por eso buscamos un material que puede ser obtenido fácilmente en el campo y afín a la identidad cultural del poblador. La idea fue crear un equipo de fácil operación y mantenimiento, con acciones que se pueden llevar a cabo en su totalidad en la misma comunidad rural”, afirmó.
El investigador explicó que “una vez calcinado, el hueso debe ser triturado. Esto puede realizarse con trituradoras de maíz, morteros o basta con un palo de amasar. Finalmente el material obtenido se tamiza para poder utilizar sólo las partículas milimétricas”.
Según Grande Cobián “este tamaño de partícula asegura que el agua fluya y al mismo tiempo tenga un tiempo medio de residencia con la hidroxiapatita, como para que los contaminantes pasen de la fase líquida a la fase sólida, o sea, sean capturados químicamente por las partículas de hueso y salgan del agua”.
El modelo de reactor propuesto por los investigadores consiste en tres columnas de plástico rellenas de hidroxiapatita, que funcionan por gravedad. El aparato posee un tanque de polietileno conectado a una mochila de baño clásica que, por acción del flotante, suministra presión constante de agua arsenical sobre la cabeza de la primera columna. Entonces, a medida que el agua fluye a través de las columnas de hidroxiapatita, se va descontaminando.
Los investigadores señalan que a media que el agua fluye, la hidroxiapatita se va saturando de arsénico. “Es decir, el material tiene una vida útil determinada. Justamente nuestro trabajo consiste en determinar el tiempo de vida útil para especificar la frecuencia de recambio de las columnas de hidroxiapatita”.
Según se destacó, el agua obtenida en las pruebas tiene valores de pH, dureza, arsénico y flúor que satisfacen las especificaciones impuestas por el Código Alimentario Argentino para aguas de bebida.
Y al mismo tiempo, se evitó la incorporación de material particulado suspendido al agua tratada.
Nota extraída del Diario Democracia de Junín en su edición del 17/2/12 |