Publicado en Diario del Viajero nº576 de mayo 13 de 1998 Las diferencias de matices pueden marcar, en el tiempo,
resultados diferentes. C.B.
El crecimiento acelerado de la población mundial preocupa, en mucho, a todos aquellos que por distintas actividades siguen de cerca el tema, y los problemas, vinculados a la hoy llamada calidad de vida.
Ese exceso de habitantes genera múltiples inconvenientes en este gran hábitat llamado Tierra, y en nuestros pequeños hábitats denominados comarcas o finalmente viviendas. La saturación de ciudades o el parcelamiento en minifundios de los campos traen diferentes consecuencias, pero un mismo resultado final que es la dificultad de un auténtico desarrollo psicológico del individuo, fundado en un equilibrio no riesgoso, y en un desarrollo de la personalidad para todos más igualitario en oportunidades.
Mientras se discute, en el campo filosófico y teológico, importantes ideas fundadas en la maternidad y paternidad responsables, los hombres que ocupan cargos en el estado elaboran planes, que no son siempre viables en su ejecución, pero que producen momentáneos impactos propagandísticos.
El incremento de la desocupación en el mundo muestra dos puntos críticos en el análisis de las estadísticas: las dificultades de los jóvenes para conseguir trabajo, y los inconvenientes de la gente madura para permanecer vigentes en el mercado laboral.
A esta realidad hay que sumar los riesgos que se dan en ciertas sociedades, que los integrantes de una clase media equilibrada pierdan fuerza económico-social y desciendan poco a poco de nivel, revirtiendo así una tendencia inversa que permitía que componentes de la clase baja pudieran pasar a la clase superior, económicamente hablando, sin dificultades y en un plazo razonable, como premio al esfuerzo sostenido e inteligente.
Esta realidad desorienta profundamente a los individuos que están acostumbrados al papá-estado, que sobreprotege en muchos casos disminuyendo la capacidad de adaptación y de recreación que cada persona tiene latente en sí.
El mantenimiento de un nivel cultural general, que otorgue un alto grado de capacidad a las personas para aprender a razonar con una lógica superior, y a actuar con una eficiencia elevada, es fundamental para crecer en calidad de vida.
No basta saber operar el último soft de computación o la reciente fórmula farmacéutica. todos ellos serán históricamente viejos en poco tiempo. Lo que tenemos que aprender, y por lo tanto enseñar, es a pensar con renovada capacidad creativa y con autodisciplina operativa. Si no lo logramos rápidamente seremos los próximos desocupados y en vez de aportar soluciones nos constituiremos en parte integrante del problema.
La educación permanente es el único camino visible para el hombre-ciudadano; pero no basta la tan necesaria educación para el trabajo, si la misma no está basada en una auténtica educación para la vida. Una sociedad mal educada alberga seres frustrados y amargados, que conviven en un ambiente corrupto por los malos dirigentes, y enfermos por crónicas lacras sociales.
Decía hace poco que no hay desarrollo sustentable si el mismo no está fundado en dos aspectos significativos: la educación y la justicia. Sobre este último punto debemos recordar que la no existencia de fallos condenatorios a imputados no implica la no existencia de delito. Evitemos entrar en esa confusión.
Para gobernar con sentido de justicia se debe tener claro lo que son actos honestos y deshonestos, en uno y en los demás, como para asumir roles responsables de conducción que no trampeen a los ciudadanos. Sino los grandes edificios que albergan a los funcionarios serán vistos como modernos mausoleos que, como en las películas de ciencia ficción, tendrán cuerpos sin almas
Carlos Besanson
Conceptos ya publicados en el Diario del Viajero n° 814 del 4 de diciembre de 2002 |