En los últimos tiempos hemos repetido muchas notas editoriales publicadas años atrás. Buscábamos con ello que la difusión de ciertos conceptos, permitiera una mejor asimilación de los mismos, porque siguen teniendo vigencia en todo tipo de sociedad, cualquiera sean los emergentes que actúen en ella.
Pero esta adrede repetición, en algunos casos pudo confundir a algunos lectores amigos, que se preocuparon por mí y por mi trabajo periodístico. A pesar de que esas reproducciones de textos se referían a muchos años atrás, como así constaban al pie de cada texto, muchos lectores llamaban a nuestro Diario para averiguar indirectamente por mi salud y la vigencia de mi capacidad laboral. Muchas gracias a todos, pero aún sigo trabajando diez horas por día, porque me gusta lo que hago y porque cumplo la función de iluminar el escenario.
A pocos días de cumplir 83 años, y el Diario del Viajero 26, seguimos realizando cosas que ayudan a quienes están atentos a la vigencia de los contenidos de cada mensaje.
Para quienes continuamos por vocación y por valor, haciendo y rehaciendo actividades, la experiencia es algo más que una sumatoria de anécdotas, que se convierten en pequeñas vacunas, que nos pueden proteger de nuevas recaídas.
En la vida el diagnóstico adecuado, nos puede servir para un mejor tratamiento. Y esto es válido para distintas etapas de nuestra evolución y también de una involución de nuestro ser, o de una evolución positiva.
Por todo lo expuesto a todos nuestros lectores, gracias por integrar esta pequeña familia que juntos compartimos.
Carlos Besanson
Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes
aprendizajes y otros que son como un recreo… Creo que la forma en que se debería
evaluar un año tendría que ver con cuánto
fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír,
de aprender cosas nuevas, de haber
desafiado nuestros egos y nuestros apegos…
Mamerto Menapace
Agradecimiento, respeto y responsabilidad. Palabras que tratamos figuren continuamente en nuestro haber periodístico. En esta especial relación que generamos con nuestro trabajo, las necesitamos. Porque son armónicas, transparentes y a la vez eficaces. Suenan bien, deseamos que funcionen bien, nos hace mejores si así sucede. Van concatenadas. Nos gusta recibirlas y deberíamos siempre recordarlas para brindarlas.
Cuando los tiempos que vivimos nos confunden, convendría auto generar con mayor perseverancia y rigor los valores que apreciamos para quienes amamos. Pues funcionan como reflejos condicionados. Nadie debería dañar a quienes queremos y eso lo deberíamos aplicar en nuestros actos hacia los demás.
Los usos y costumbres hacen los derechos en una sociedad. Los deberes, su contrapartida. El cumplimiento de los mismos conforman la ecuación integradora. Tal vez las fórmulas incompletas que a diario observamos o nos afectan, nos desnivelan y debilitan. Pero así como existen trajes para evitar la contaminación, tendríamos que utilizar maneras de volvernos fuertes y firmes a los objetivos que enriquecen nuestras vidas.
Amigos lectores: gracias por permitirnos escribirles cada semana; nuestro respeto a sus preferencias, sugerencias y críticas y no duden de nuestra responsabilidad en lo que nos propusimos ofrecerles hace ya 26 años.
Elizabeth Tuma |