Publicado en el Diario del Viajero nº 469 el 24 de abril de 1996
Construir a través de la noticia ha sido siempre un objetivo de quienes trabajamos en el Diario del Viajero. En esta semana cumplimos 26 años junto a nuestros lectores amigos. 26 años de constante crecimiento realizado con lo que denominamos el sudor inteligente
Durante estos 26 años ajenos a los llamados factores de poder, no hemos negociado nunca los aplausos ni las críticas. Los hechos demuestran que es así. Se dice que hay hombres que se venden por el dinero o por la posición; nosotros pensamos que también hay otros que viven alquilándose. Los ciudadanos deben aprender a localizar esos casos lo más rápidamente posible. Los hechos aconsejan que sea así.
Cuando ejecutamos nuestra idea de un diario gratuito y de muy pocas páginas, algunos lectores creyeron que la falta de precio de tapa era sólo producto de una política de marketing destinada a implantar un producto, para después venderlo. Los hechos demostraron que no era así.
Muchos dijeron que el público no apreciaría un diario gratuito porque no le daría valor y no lo leería. Nosotros sostenemos que se lee lo que realmente es útil, sea ésto gratuito o costoso. Los hechos probaron que estábamos en lo cierto.
Algunos preguntaban ¿de qué viviríamos? al no cobrar el diario, y rechazar algunos avisos por considerarlos no éticos o de dudosa ética para nuestro público. Simplemente contestábamos, que con nuestro trabajo como impresores de periódicos, revistas y libros, como una forma de fomentar la pluralidad de ideas y opciones en un país demasiado obligado a la uniformidad. Los hechos acreditaron esa independencia.
Hemos tenido la visión, paciencia y perseverancia de los que plantan árboles. Sólo que nos hemos especializado en forestar ideas.
Durante todo este tiempo hemos llegado semanalmente hasta nuestros amigos lectores con esta forma de comunicación gráfica y hemos recibido innumerables y muy gratificantes respuestas, demostrativas de que nuestro mensaje ha podido llegar a sus destinatarios.
Esa es la mejor retribución imaginable, cuando se intenta hacer periodismo distinto apelando más a la inteligencia del público que a sus sensaciones.
Decía un agudo observador de la realidad que hay tres clases de escritores: los que escriben sin pensar, aquellos que piensan para escribir y quienes escriben porque pensaron. Nuestro objetivo es también lograr hacer pensar, presuponiendo que con ello se despertará la creatividad personal en cualquiera de los mil rumbos que puedan elegirse: el arte, los negocios, la producción, el turismo o simplemente el saber vivir con plenitud.
Con excesiva generosidad nos señalaba uno de nuestros amigos que le sorprendía una insólita conjunción que, según su criterio, reúnen las páginas del Diario del Viajero: su gratuidad unida a su calidad. Le contestamos que cuando él hace un regalo a quien aprecia de verdad ¿elige para ello algo de lo que no pueda enorgullecerse o busca lo mejor en la medida de sus posibilidades? Pues bien, Diario del Viajero es el regalo semanal que hacemos a nuestros lectores; por eso tratamos de hacerlo poniendo en la elaboración lo mejor de nosotros mismos, precisamente porque es el obsequio a un público que muchas veces se siente subestimado en su real capacidad de ser pensante y actuante.
Cada año que festejamos este comienzo lo hacemos con el mismo entusiasmo y decisión de hacer las cosas bien, con el que emprendimos este quehacer periodístico. Tonificados con la buena acogida lograda y esperando dar en cada edición algo mejor. Y como se dice en las fiestas familiares cuando se entrega el presente que se ha llevado, en este nuevo aniversario, les decimos:
- Amigo lector, ¡que lo cumpla feliz!
Elizabeth Tuma y Carlos Besanson |