Llega el Día del Niño y a todos nos enternece la posibilidad de conquistar una sonrisa placentera en nuestros hijos, nietos, sobrinos, ahijados y todos los pequeños queridos de nuestra familia o de amigos. Y aunque el niño o la niña «no entienda» de estas fechas comerciales, en especial cuando son muy chicos, a nosotros se nos da la gana igual de regalar y a veces -digámoslo-, es para quedar bien con otros adultos. El problema es cuando aún los receptores son bebés -menos de un año-, porque a nosotros nos cuesta orientarnos sobre qué es lo mejor para regalar.
¿Qué juguetes son adecuados para cada etapa del desarrollo, durante el primer año de vida? sería la pregunta. Entonces, para clarificar una respuesta, tomaremos como base lo que aconseja una experta, en este caso, la Lic. Marisa Russomando, Psicóloga.
«Abordaremos en estas breves líneas el tema del juego, actividad sumamente importante en el desarrollo del niño, ya que ofrece al niño la posibilidad de experiencias que responden a distintas necesidades según la etapa del desarrollo que se encuentre transitando. Al jugar, proyecta desde su interior a la realidad externa angustias y miedos propios de su edad, permitiéndole de esta manera elaborarlos mediante una situación del orden del «como si».
Es así que frente a un determinado problema puedan ensayar diferentes soluciones, cambiar el final, o cambiar su posición dentro del mismo; como así también frente a una situación placentera repetirla a voluntad.
El juguete le permite mediatizar situaciones traumáticas en su relación con los objetos reales, puesto que los juguetes a diferencia de los mismos, son objetos bajo su total dominio y pertenencia, y consecuentemente con posibilidades de repetir según su necesidad, situaciones dolorosas o placenteras sin exponer a riesgo alguno su relación con los objetos realmente protagonistas de las mismas.
A medida que el niño avanza en su desarrollo, ampliando su tiempo y espacio de exploración, también va variando sus manifestaciones lúdicas: sus intereses, nivel de atención y comprensión, habilidades motrices, etc. Al momento de nacer, el centro de interés del bebé es exclusivamente su madre. En ella se encuentran todas sus motivaciones de exploración. Sus sentidos están despiertos a todos los estímulos que de ella provengan: su voz, su olor, su mirada y su tacto.
En este contacto de piel a piel, se halla la base para el buen desarrollo del niño. Es decir que en este momento, el juguete no despertará más atención que aquellos que propongan distintos estímulos para sus sentidos en desarrollo: sonajeros, mordillos, objetos con diferentes texturas, etc.
Cercano a los 4 meses de vida sucede algo muy importante, los objetos comienzan a funcionar como símbolos y su cuerpo le permite mayor desplazamiento para su encuentro. La actividad lúdica ha comenzado. Su riqueza irá incrementando a medida que su habilidad motriz acompañe el desarrollo.
Cuando el bebé intenta y va logrando sentarse, su relación con el mundo que lo rodea, es otra. Ejercerá un dominio distinto frente a los objetos, no sólo puede alcanzar aquel juguete que mira, sino además alcanzar lo que necesita, llevarlo a la boca, chuparlo, morderlo y cuando el interés decae, abandonarlo.
En general, el primer juego al que podemos asistir es el de las escondidas, en el cual elabora las diferentes situaciones de pérdida a las que debe enfrentarse a menudo: pérdida de un objeto, ausencias de la madre, etc. Es en este momento en el que el niño comienza a esconderse detrás de su sábana, que arroja algún juguete a la espera de ser devuelto, que ríe al ver desaparecer a su madre o a su padre momentáneamente tras un almohadón. Es frecuente también a esta altura de su desarrollo, que el niño ya acompañe estas actividades con ciertos sonidos -balbuceos- que forman parte del inicio de su expresión verbal y que explica de alguna manera, el interés de los mismos por los juguetes con alguna característica sonora.
Los juguetes que podemos elegir regalar en esta etapa pueden ser por ejemplo: sonajero, cascabeles, cajas musicales, teléfonos, activities o gimnasios (estructuras de las que penden diferentes objetos)etc.
Rondando los 6 meses, el bebé descubre que hay objetos que presentan huecos en donde puede incluir otros objetos más pequeños, o alguna parte de otro objeto. Es en este periodo que el bebé suele entretenerse con los juegos de encastre, plantado, enhebrado o distintos objetos cotidianos que permitan tal actividad: lápiz, cerraduras, llaves, por mencionar algunos de ellos.
Alrededor de los 8, 9 meses el espacio de exploración y por lo tanto el espacio lúdico comienza a ampliarse a medida que el bebé adquiere la capacidad motora para gatear, los objetos son alcanzados aún cuando están a distancia y comienza cierta independencia de los adultos para el logro de sus objetivos, más aún al año de vida, cuando pueden erguirse y se dan a la marcha.
En este momento las posibilidades para hacer regalos que atraigan su entusiasmo son muchos. El andador es una de las posibilidades de mayor éxito; como así también los jumpers, que proponen diferentes actividades en relación al saltar, etc.»
Por Lic. Marisa Russomando, Psicóloga,
Directora del espacio La
Cigüeña, www.espaciolc.com.ar
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