REGION - La Pampa
Semanario REGION
Del 5 al 11 de abril de 2013 - Año 23 - Nº 1.081
R.N.P.I. Nº 359581

  
Una escapada a la hermosa “Ilhabela” en Brasil

Ilhabela, Brasil
Si le interesa conocer San Pablo, lo ideal es contratar un city tour. Si quiere ir más allá de Ilhabela, no se pierda la ciudad colonial de Paraty, la hermosa Angra Dos Reis y la Ilha Grande, sucesión de archipiélagos elegidos por los grandes cruceros.

Que los pasajes aumentaron, que el 20% de recargo de la AFIP, que el dólar turista vale seis y pico... basta !!!, por eso hay que tomarse unos días antes que no podamos salir a ningún lado. Si puede raje...

La sugerencia es una escapada a Ilhabela, archipiélago de Brasil elegido por las grandes compañías de cruceros para hacer una parada inolvidable.
Su nombre: “la isla bella”, no es casualidad, realmente es un lugar muy bonito y a diferencia de otros destinos so­bre­explotados de Brasil, Ilhabela mantiene un 85% de su territorio en estado agreste.
Durante todo el año la temperatura promedio es de 25 grados, elevándose a más de 30 en el verano. Es un pulmón verde de vegetación densa, con morros exhu­berantes que esconden más de 40 playas, 300 cascadas, ríos y senderos inhóspitos.

Ilhabela, Brasil

De acuerdo a nuestra experiencia, la sugerencia es volar a Sao Paulo (San Pablo), Brasil -el pasaje ida y vuelta se consigue por el mismo precio que ir a Jujuy o El Calafate- y desde allí emprender en auto alquilado -están más baratos que en Argentina-, el trayecto desde San Pablo hasta el puerto Sao Sebas­tiao, 190 km. de verdor y flo­res, atravesando sierras y caminos sinuosos donde abundan las ‘cachoeiras’ (cascadas naturales), para cruzar con el vehículo -ferry de por medio- a Ilhabela.

En busca del ferry
Desde el mismo aeropuerto internacional de San Pablo (Guarul­hos), GPS de por medio en nuestro auto alquilado, tomamos la autopista SP 070 hasta la salida Nº 96, donde doblamos a la derecha tomando la SP 099 hasta Caraguatatuba y luego otra vez a la derecha por la SP 055 hasta el puerto de Sao Sebastiao.
Son menos de 200 km, pero le llevará unas cuatro horas de viaje, dado que camino a la costa la ruta se presenta bastante sinuosa y por lo tanto se hace lenta, viaje ampliamente compensado por la espectacular vegetación. Llegando a Caraguata­tuba es la parte más trabada y también la más linda.
En Sao Sebastiao nos espera el cruce en ferry con nuestro vehículo hasta Ilhabela -está activo las 24 hs-. El cruce dura unos 20 minutos, pero en temporada alta o fines de semana, las colas para ingresar pueden ser de varias horas. La capacidad de la embarcación es de 100 autos con 400 pasajeros por cada viaje.

Ilhabela, Brasil

La Isla Bella
Su nombre no es casualidad, realmente es un lugar muy bonito y a diferencia de otros destinos so­bre­explotados de Brasil, Ilhabela mantiene un 85% de su territorio en estado agreste.
Durante todo el año la temperatura promedio es de 25 grados, elevándose a más de 30 en el verano. Es un pulmón verde de vegetación densa, con morros exhu­berantes que esconden hermosas playas, cascadas, ríos y senderos inhóspitos.
En la isla no está permitido construir nada que tenga más de dos pisos de altura, gracias a lo cual Ilhabela mantiene aún un aire a territorio inexplorado, a pesar de contar con hoteles de vanguardia y casas lujosas que desafían la geografía imposible de los morros.

Ilhabela, Brasil

Fácil de recorrer
Es fácil andar en auto, la isla tiene tres calles asfaltadas: La avenida de ingreso cuando uno baja del ferry -unas 3 cuadras-, que se choca en la única rotonda con la Av. Princesa Isabel -35 km. que recorre la isla de sur a norte- y la calle Agua Branca, que nace a la altura de la playa Barra Velha y que nos lleva hasta el ingreso al Parque Estadual. Alli nos recibe una hermosa e inmensa cascada, donde además se inicia una senda señalizada para dos kilómetros de caminata en busca de más cascadas y paisajes impresionantes.
El centro de la población es conocido como «La Vila» (la villa) a unos 7 km. al norte de la bajada del ferry. Es considerado el km cero de la isla. En auto se puede apreciar sólo la costa oeste -la que da al continente- y no hay más caminos transitables, el resto está preservado, Mata Atlántica pura en estado virgen que celosamente guarda el Parque Estadual.

Paseo en Escuna
La otra buena forma de recorrer la isla, cuya vegetación impenetrable dificulta el paso entre los distintos puntos, es contratar una excursión en escuna -velero clásico de brasil- y apreciar desde el mar las distintas playas.
«Perequé», rodeada de bares y hoteles que se desparraman con gracia por la costa. «Engenho d’ água», más al norte, muy bonita con buen servicio gastronómico. «Puerto Da Vila», lugar donde desembarcan los grandes cruceros, entre otras. Para el sur, «Playa Curral» -15 km desde La Vila- es la combinación perfecta entre la naturaleza e infraestructura: aguas claras, vegetación selvática y bares instalados en la arena donde beber una caipirinha tras otra.

Jabaquara
La playa de Jabaquara, está en el extremo norte de la Isla y es uno de los últimos puntos a los que se puede llegar en auto. Desde La Vila, son 16 km, los últimos por un sendero rústico de tierra entre la selva, bastante accidentado, pero transitable con paciencia.
Es un ejemplo de naturaleza salvaje, donde las embarcaciones de paseo buscan recalar a la hora del almuerzo. Una playa virginal con forma de media luna, de medio kilómetro de extensión, que recibe agua dulce de dos arroyos. Aguas cristalinas, limpias, rodeadas de abundante vegetación y un restaurante que atiende de maravillas.
La playa de «Castelhanos», considerada una de las 15 más bonitas del mundo, es la más top, con arrecifes rocosos y variedad de flora y fauna. Sólo es posible llegar alquilando una embarcación.

Ilhabela, Brasil

La noche en Ilhabela
En torno al «Puerto Da Vila», corazón del centro comercial, hay excelente oferta gastronómica, bares, librerías, negocios de ropa que abren hasta la medianoche y música callejera en la costanera.
No se vaya sin probar la pizza ‘Portuguesa’ de «Pier», en el ingreso al pequeño puerto, con mesas mirando al mar y románticas velas. De masa superfina, la traen a la mesa sobre una plancha caliente y el mozo se encargará de servirle cada porción hasta el final. Una botella de aceite de oliva virgen estará en su mesa, para rociar cada porción. La cerveza helada -fría en serio- completa el ritual.
Previamente, hay que pedir «Lula Doré» -calamar entero, frito, cortado en rodajas (como nuestras rabas pero distinto)-, un manjar. De postre, strudel con crema o torta de banana, en algunos de los bares cercanos a la placita, con un buen expreso, café do Brasil. Como bajativo: una copita de cachaça.
La isla es chiquita y a la vez interminable, cada rincón es una postal y las posadas -hotelería predilecta en Brasil- son muy acogedoras, dan buen servicio y están rodeadas de flores y aves coloridas. Haga sus reservas por Internet para encontrar las mejores ofertas. Un buen sitio es ‘Booking. com’
¿Cuántos días?: entre 4 y una semana es suficiente.

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