Recuerdo que en el colegio secundario ¡hace ya tanto tiempo! había una materia que permitía estudiar conceptos básicos de astronomía. Como casi siempre ocurre, son los maestros y profesores los que convierten en interesantes, o no, los temas que ellos desarrollan. La capacidad de comunicación, y el liderazgo, no ostensible pero vigente, de un docente permite descubrir en cada análisis temático una experiencia de vida.
Fue así que leí, que Neptuno, penúltimo planeta del sistema solar, descubierto en el siglo XIX, fue presentido por un astrónomo  francés que notó irregularidades en la órbita del planeta Urano, y dedujo que otro cuerpo celeste debía estar influyendo con su atracción gravitatoria. Sus cálculos le permitieron informar al mundo científico de ese entonces, la fecha en que Neptuno podría ser visto. Cuando lo invitaron a concurrir a un observatorio se excusó diciendo que: sin necesidad de verlo ya sabía bastante de él.
Creo en la libre asociación de ideas, como uno de los métodos generadores de nuevas hipótesis y explicaciones. Por lo tanto, algunas consideraciones de este relato inicial pueden ser aplicadas al accionar de los hombres en la política.
Si observamos, con detenimiento, ciertas desviaciones en la trayectoria de las personas apreciaremos cambios en sus rutas, o elipses, que pueden desconcertar en apariencia,  porque no están a la vista otros cuerpos que gravitan e inciden, por atracción o rechazo.
Las conductas individuales tienen siempre incidencia en los entornos en donde se desenvuelve cada sujeto. Pero mayor es la responsabilidad cuando uno actúa en múltiples entornos, debido a las funciones y actividades que desarrolla, y a la representatividad que va adquiriendo cuando crece en las mismas.
Los ejemplos son fáciles de entender, un padre de familia tiene mayor responsabilidad, frente a su entorno inmediato, que aquel que  no lo es. En el fondo, tiene un trascendente liderazgo, aunque el mismo esté circunscripto en pocas personas. Siguiendo con ejemplos simples, un profesional adquiere un compromiso mayor ante quienes asesora u orienta.
Este concepto, en algunos libros de ética, aparece bajo la denominación de deber de estado; es decir que cuando mayor es el nivel de representación social que tiene el individuo, mayor es la obligación y responsabilidad de tener una conducta coherente en su vida personal y pública. La vida íntima es constitucionalmente respetable y reservada, pero la vida íntima de la gente que actúa en nombre de otros, puede llegar a conocerse si tergiversa la escala de valores de la que hace pública ostentación, y por lo tanto implica un riesgo manifiesto de incumplimiento en los objetivos del mandato buscado.
Así como existe una hipótesis sobre la creación del mundo denominada big bang, es decir un gran estallido generador de otros menores, también hay quienes piensan que en el mundo político, desde la antigüedad, existieron big bang, en algunos casos, y minor bang, en otros... Pero en este mundo globalizado de hoy, constantemente se descubre, por una inquieta información masiva, nuevos astros en la escena, como así también cometas en el escenario. Estos astros y cometas tienen en la astronomía política sus desviaciones que no todos perciben, o que no son fáciles de entender.
¿hay vida humana en ese más allá estelar? es un interrogante que sólo se puede empezar a contestar con otras preguntas. ¿Son nuestros sentimientos algo trascendente para nuestra vivencia y razón de ser? ¿Somos tan coherentes como para exigir que aquellos que invocan nuestra representación, comprometidos por sus dichos lo sean en sus hechos? ¿Nuestros mandatarios, en todos sus niveles, son colaboradores de todos los integrantes de la sociedad, o de intereses ajenos a la misma?
Sólo una ciudadanía bien educada, y cotidianamente vigente, puede evitar sorpresivas desviaciones de quienes se ubican como astros y viven como cometas.

Carlos Besanson
Conceptos ya publicados en el Diario del Viajero n° 686 del 21 de junio de 2000