REGION - La Pampa
Semanario REGION
Del 28 de junio al 4 de julio de 2013 - Año 23 - Nº 1.093
R.N.P.I. Nº 359581

  
Truncado el atuel desapareció la pesquería

historia de la pesca deportiva y comercial
En una colaboración de lujo del Dr. Pedro Álvarez Bustos, reseña la historia de la pesca deportiva y comercial (y hasta un proyecto turístico) en el oeste provincial, cuando aún las aguas del Atuel no habían sido negadas. (Pesca con bote y redes en la laguna pampeana “La Dulce”, en la década del ‘40. -Boletín Nº 50 CPE enero de 1985-).

A la memoria de Casimiro Lobos, carne de jarilla, corazón de zampa, de la zona de Limay Mahuída, compañero de sexto grado en La Inmacuada, General Acha (1948) y que sufriera las consecuencias de “la diáspora saladina”.

La pesca en el complejo Urrelauquen, concretamente en lagunas La Amarga y La Dulce, no había nacido como la diosa romana Minerva de la cabeza de Júpiter, asimilado al griego Zeus; provino de una situación de la naturaleza que era la escorrentía del Atuel.
El río Atuel fue, después del río San Juan, el principal contribuyente al caudal del río Salado-Chadileuvú-Curacó.

Ingresaba a La Pampa, antes de su alteración por la acción antrópica a comienzos del siglo pasado, a través de tres brazos principales y otros secundarios. Considerados de este a oeste, los brazos del Atuel, en La Pampa, eran: 1. El Atuel propiamente dicho, brazo mayor y mas importante; 2. El arroyo de Las Tinajeras, un brazo pequeño; 3. El brazo Butaló, llamado localmente “arroyo”; 4. El arroyo de Los Ingenieros, otro brazo pequeño y 5. El arroyo de La Barda, cuyo lecho es en la actualidad el único en condiciones de escurrir caudales. Había otros cauces menores que se vinculaban con los más caudalosos, determinando un dédalo de arroyos e islas.

La pesca deportiva y comercial
Durante el periodo comprendido entre diciembre de 1979 y octubre de 1987 se participó en paneles y conferencias, en distintos ciudades y pueblos, haciendo docencia al puntualizar no solo el daño sufrido en los aspectos poblacional, pecuario y ambiental, sino además en torno a la pesca por el “corte” del Atuel y a la pesquería; habida cuenta de la afectación al conjunto de actividades vinculadas.
La pesca deportiva se inicia en el amanecer de la década del 40 y fueron precursores algunos vecinos de Santa Rosa, como Manuel Valerga, Pedro Imaz, Juan Carlos Zucca, los abogados Sadit Peyregne e Isaac Pascual, entre otros.
La comercial despunta entre 1944 y 1945 abasteciendo, principalmente, a General Acha y Santa Rosa. Un año después comenzó a abastecerse el mercado de Buenos Aires.
La Dulce, por ejemplo, llegó a producir un volumen calculado en 45 toneladas mensuales de truchas criollas o percas y pejerreyes. De éstos, el más cotizado era el denominado “matungo”, por ser de buen tamaño (no menos de 32 cm. de longitud y hasta 2 kilogramos de peso). En Buenos Aires se denominó a los pejerreyes de La Pampa como “pejerrey de Curacó” e incluso ese nombre se le brindaba a ciertos platos. Había ejemplares mayores, de hasta 5 kilos, que normalmente se devolvían al agua por carecer de aceptación en el mercado.
Para el traslado, en camiones donde se colocaban los cajones, se requería abundante hielo. Al comienzo se abastecía desde General Acha, donde había una fábrica de barras de hielo que se instalara a fines de 1906. Luego, cuando la demanda fue mayor, se recurrió a General Roca (Río Negro). El producto que tenía por destino Buenos Aires se trasportaba en camiones -normalmente dos viajes semanales- y si era por ferrocarril desde las estaciones de General Acha o Chelforó (Río Negro).

En 1948, cuando cursábamos 6° grado en el Colegio La Inmaculada, de General Acha, ya había comenzado a menguar el aporte de agua -en especial la dulce del Atuel- y la salinización comenzó a producir gran mortandad de peces. Se vivía plenamente “la diáspora atuelera y saladina”, al decir del poeta Edgar Morisoli. Ante la inminente extinción, de la población ictícola, el Ministerio de Agricultura de la Nación levantó la veda y se permitió el uso de redes de arrastre.
Para 1950 la pesquería había desaparecido; expirado por acciones cumplimentadas en el estado-cuenca-provincial de aguas arriba.

el río Atuel en La Pampa
Mientras que en Mendoza el río Atuel corre caudaloso y es embalsado en forma repetitiva, en La Pampa suele caminarse su cauce seco. (Foto de archivo: Walter Brandimarte - Por Asamblea Popular por los Ríos Pampeanos).

Proyecto turístico
Corría el año 1943 cuando Rafael Arcángel Robles (residente en General Acha) interesa al Gobernador del Territorio Nacional de La Pampa, acerca de un proyecto de centro turístico tendiente a convertir la zona, de las lagunas La Dulce y La Amarga, en un lugar de reposo y pesca deportiva; al par de ir preparando un programa de desarrollo de pesca comercial (truchas y pejerreyes), para lo cual manifestaba haber adquirido dos lanchas a motor y redes. Así mismo prometía, mediante un “plan científico”, reponer las especies que se fueran disipando.
Se construiría una Hostería (en el paraje Los Tamariscos, sobre la ruta 152), una playa y un malecón; disponiéndose de “lanchas a remo” (botes).
El proyecto abortó e incluso en 1948 se resolvió construir una Hostería -no en Los Tamariscos- en Lihuel Calel; a pocos kilómetros de la laguna La Amarga.

Permisos de pesca comercial
Iniciados diversos pedidos de pesca comercial, a partir de 1946, fueron otorgados entre 1948 y 1949 a los señores José Nemesio Chumbita, Segundo Lonegro, Matías Ballester, Serafín González, Adolfo Mujica y otros.
De ello se infiere que mucho antes, del otorgamiento de los “permisos”, ya la explotación comercial existía. Caso contrario no se hubiese podido comercializar pescado a partir de 1944.
José N.Chumbita fue el primer empresario. Apoyado financieramente por Gerardo García, propietario del Gran Hotel Comercio de Santa Rosa, empleó a Francisco Zunino -“nutriero” y pescador en las lagunas- y comenzó junto a varios colaboradores una explotación exitosa que tenía como destino principal la ciudad de Santa Rosa. Como se expresara precedentemente, en 1950 la pesca se extinguió. En el caso de La Dulce ya, en abril de 1949, se encontraba seca, sin agua.

Consectario
En conclusión, el destino del agua del Atuel desde hace casi un siglo no dependió del río, sino de los hombres de “aguas arriba” y los de La Pampa debemos seguir luchando para recuperar ese “motor de la naturaleza! -al decir de Leonardo Da Vinci- para que vuelva a dar vida al centro oeste de nuestra geografía pampeana.

“Yo soy de la tierra aquella
del indio y de las patriadas
la del corazón del mapa,
y de las aguas negadas”.
(“Chacarera de La Pampa”,
de Anita Chela Gentile).

Pedro Álvarez Bustos
Productor agropecuario de tercera generación, abogado y escritor; ex Fiscal de Estado de La Pampa.

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