En informática se denomina de esta manera a la basura que está dentro de la información y que si no es debidamente depurada sale hacia afuera
La influencia de la informática en la sociedad contemporánea se refleja cada vez más en una gran cantidad de actividades y la terminología propia de esa nueva ciencia se puede aplicar, por asimilación, en el análisis no sólo matemático, sino de conductas humanas.
Si existen transtornos de conducta en los individuos, ellos se reflejan en el marco de sus actividades familiares y sociales. Pretender que la búsqueda de la perfección sólo se logra eliminando a los que se equivocan, es condenar al hombre a que desaparezca del planeta. Tal arbitrariedad sólo puede ser equiparada a la de aquellos que sostienen que siendo el error y los defectos humanos una vulgaridad generalizada, debemos aceptarla sin tratar de evitarla, encausarla o neutralizarla.
Tener basura en la memoria del computador es la negación de la lógica. No saber discriminar entre lo que es basura y qué no lo es, implica incompetencia intelectual. Pero ésto que es tan claro en materia informática, queda disfrazado muchas veces cuando se analizan conductas personales o grupales. Parecería más fácil depurar a los ordenadores informáticos que a los ordenadores humanos, porque estos últimos tienen no sólo la resistencia al cambio, sino los compromisos de intereses.
Pero el contenido de basura llega un momento en que se traslada hacia afuera. Si se tiene responsabilidad, ella va al sector de desperdicios, si no se termina contaminando los sectores próximos, al comienzo, y los más lejanos después. No hay duda que en ese caso algunos darán la voz de alarma en base a una ética fundada en la supervivencia de la sociedad.
En otras situaciones la protesta representará no ya una posición sectorial, sino un encuadre egoístamente sectario. ¡Cuántos emergentes vociferantes esconde, en el fondo, el cinismo de un Luis XIV que sostenía Después de mi el Diluvio!
Esa basura intelectual y moral compromete también el equilibrio ecológico del mundo, porque la sinrazón termina siendo una gran aberración contra natura.
También el periodismo, sin cesar en la denuncia, debe levantar su puntería y sobre todo el público lector, nuestro ciudadano, debe discriminar entre lo qué es el cirujeo de la información hecho por algunos, de aquello que tiene el valor de un verdadero testimonio de opinión, destinado al progreso de la sociedad a través de la realización individual de cada uno de sus componentes.
Recién entonces se podrá decir nuevamente a nuestros contemporáneos Garbage in, garbage out
Carlos Besanson
Publicado en Diario del Viajero Nº 267 del 10 de junio de 1992 |