Desde fines de la primer década, de este siglo, “Movistar” comenzó a notificar a miles de usuarios (mejor dicho, cientos de miles) de todo el país (empleados, empresarios, rurales autónomos, incluso establecimientos públicos -v.gr.: escuelas rurales-, ONG, etc.) tanto fuera del sector agropecuario como de otros que no estuvieran concentrados en “una gran urbe”, del cese del servicio. Es decir, a todas las comunidades que dicha empresa consideraba no eran suficientemente importantes, como para instalar o dar mayor alcance a una antena.
Muchas fueron las regiones perjudicadas; entre ellas, la comprendida desde el caldenal pampeano hacia el occidente. Específicamente, a partir de los cincuenta (50) kilómetros, hacia el oeste, de la ciudad de Santa Rosa, capital de La Pampa y, desde allí, hacia el “poniente”.
Tecnología y regresión
Se afirmaba que el sistema analógico, vigente exitosamente desde hacía años, debía ser reemplazado por el digital, que era más moderno y superador.
En aquel entonces (2007/2008) se estaba a tiempo de impedir una catástrofe que, bajo el lema de “mejor tecnología”, provocaría y provocó, “mayor regresión”.
A ese avance tecnológico no le preocupaba que muchos ciudadanos (pobladores rurales o de pequeñas localidades) debieran y deban deambular en busca de una “loma” o “cerro” que les haga de “locutorio”.
Algo así como volver a las “señales de humo” o a las palomas mensajeras; claro está que con posibilidades de fotografías digitales ó MP3.
Celulares “chiche”
A los usuarios, que fueron quedando aislados, se les ofrecieron cientos de aparatos pequeños (en reemplazo de las “valijas” y/o “ladrillos” existentes), modernos, sofisticados, con cámara fotográfica, como ya se expusiera; otros con filmadora, radio, grabadora de voz, MP3, mensajes, bluetooth, GPS, etc.).
Sistemáticamente, todos esos aparatos fueron retornados por “carecer de señal” (o sea, para ser más claros, por no poder ser utilizados para comunicarse por “voz”).
El tema era simple. Carecían de capacidad receptora de señal a más de 30 km y, en otros casos, de salida externa que permitiera conectarse a una antena de altura para poder ejercer su derecho a estar comunicado. Lógicamente, el problema principal o de base surgía de las propias torres que ya estaban colocadas o que colocaba la empresa referenciada y una nueva: “Claro”; habida cuenta que, con la “nueva” tecnología, tenían y tienen menos alcance que las que se utilizaban con el sistema analógico.
A comienzos del 2010, ya se hablaba que para la próxima primavera, la de éste 2010, las antenas en el centro oeste de La Pampa aumentarían su radio de señal; podrían llegar hasta los 60 km. Advirtiendo, eso sí, que el servicio a prestar sería solo de “voz”.
Si el desenlace ya se conocía, no era necesario que hicieran un “master”. Salvo que fueran neófitos (o tardos).
Más de dos años había demorado la solución informada, que se reclamara en distintos ámbitos. Empero, aclaraban que no se podrían enviar secuencias fotográficas, ni “mensajitos”.
No obstante, nada se hizo y actualmente se vive como en el verano del 2008.
Volver al ayer
Es decir, se volvería a lo que tuvo vigencia hasta mediados del 2008 y que era lo que el ciudadano deseaba. Poder seguir comunicado telefónicamente.
Lo de la música, cámara, radio, televisión, visor de imagen, grabador de video, ficheros, juegos, servicios, calculadora, conversores, cronómetros, podómetros, bluetooth, programas más atractivos, etc., era “harina de otro costal”. Si se podía, bienvenido hubiera sido.
Lo alarmante fue el despojo de un derecho que ya había sido adquirido y estaba en plena ejecución.
Sin embargo nada se hizo.
La mutilación continúa siendo evidente y, hoy en día, las mujeres y hombres vinculados a las regiones rurales o pequeñas comunidades, no han vuelto a estar comunicados con el mundo.
No se espera acceder a hojas de cálculo, navegador, configuraciones, multimedia, software de diversas clases, distribución en forma inalámbrica, nuevas funciones de seguridad, desarrolladores que puedan hacer aplicaciones como las concernientes al correo electrónico, tecnología 3D, pantalla táctil.
Solo se desea tener señal, en todas partes.
Rentabilidad y licencias
Sin duda, resulta auspiciosa y muy buena la iniciativa del Senador Nacional por La Pampa Ingeniero Carlos Verna, en cuanto cuestiona por desmedida la rentabilidad de las telefónicas. Podrá compartirse o no el criterio de que sea el Poder Ejecutivo Nacional quien fije las tarifas de los celulares o instrumentar otra forma, atento a que la telefonía móvil es un servicio público esencial.
Otro tanto ocurre respecto a que se trata de un mercado oligopólico, donde solo existen tres empresas prestadoras y es razonable se incorporen nuevos actores, principalmente las cooperativas como prestadoras de servicios de telefonía móvil.
Todo está bien para quien ya goza del servicio.
Consectario
Empero, qué ocurre con quien venía gozando de los beneficios de ese servicio público, de la noche a la mañana los perdió y vio afectado su derecho adquirido?
El argentino que trabaja en el vasto territorio de nuestro país y el pampeano, en nuestro caso, agobiado por distintos problemas, también debe ser contemplado en su función básica (existencial) que es la de comunicarse.
Esta columna puede dar testimonio de lo que ocurre en distintas explotaciones ganaderas. Concluida la jornada laboral o de noche salen, bajo las estrellas, los trabajadores en busca de aquellos “locutorios” que les permitan comunicarse con sus hijos, familiares o amigos. A veces deben recorrer kilómetros hasta un campo vecino o el paraje de una ruta. Y no todos los días, encuentran señal.
Colaboración: Pedro Álvarez Bustos.
Productor agropecuario de tercera generación, abogado y escritor.
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