En los últimos tiempos Diario del Viajero reproduce notas ya publicadas en ediciones anteriores que tienen mucha vigencia con este presente.
Algunos de nuestros lectores, sobre todo del interior del país, comenzaron a llamar por teléfono preocupados por mi existencia, o mi salud. Cada vez que podía tenía rápidas conversaciones con ellos, para explicarles que muchos equívocos políticos ya tenían muchos años de antiguedad.
Les explicaba a mis amistosos lectores que las notas editoriales estaban fundadas en experiencias ya vividas, y que el Diario del Viajero no se sumaba a ninguna campaña electoral, sino que transmitía duras vivencias de años de vida.
El 27 de abril cumpliré 85 años, y se que puede sorprender que una persona de mi edad siga trabajando más de 10 horas por día. Sin embargo el camino recorrido desde joven me evita amargos desconciertos.
La función periodística me permite iluminar el escenario de modo tal que el público pueda ver personajes o decorados ocultos.
Para aquellos que hemos tenido oportunidad de viajar mucho, no como turistas sino como trabajadores, lo que vemos en ciertos países del primer mundo, no son buenos ejemplos de honestidad y eficiencia, y por lo tanto hay muchos partícipes de negociados injustos, que nos engañan y desorientan.
Recuerdo que en un momento crítico del país asumí como profesor de periodismo en una Universidad privada. En ese tiempo era práctica común que los alumnos se mostraran con una viveza negativa. Para neutralizar parcialmente ese erróneo actuar, les dije:
¿Saben por qué es un brillante negocio ser honesto?... Porque hay poca competencia.
Ese concepto es válido en cualquier tipo de actividad, y cada tanto repito ese dicho para neutralizar falsas especulaciones.
Como un pequeño ejemplo de mi vocación periodística, reproduzco parcialmente una nota publicada hace 15 años, cuando recién era un pibe de 70 años.
HOY CUMPLO SETENTA AÑOS
No resulta fácil sintetizar en pocas palabras toda una vida y un estilo de pensar y hacer. Al llegar a esta edad me siento en total plenitud, con objetivos claros y sin desorientación alguna; creo que esto último es mi pequeño triunfo. El gran amor solidario de mi esposa permitió, que múltiples heridas recibidas cicatrizaran y quedaran como íntimos trofeos de guerra. Un camino largo se hace breve cuando la compañía es buena.
Me siento feliz al saber que ya nada me sorprende demasiado, inhibiendo mi capacidad de reacción, o que nada me asusta. Eso me da seguridad en mi capacidad de movimiento frente a la adversidad, sin que implique éxitos permanentes. Observándome considero que soy frío en la definición de estrategias y caliente en la acción.
Publicado en el Diario del Viajero n° 626, del 28 de abril de 1999 |