Hace un tiempo una joven profesional y madre de familia, me hizo mención al método denominado de los cinco dígitos ondulantes. Como no entendí el significado del mensaje, le pedí una aclaración. Un simbólico movimiento de manos me permitió una cabal comprensión de la ironía: era el ondular de la mano que representa para muchos el clásico concepto del más o menos.
En reconocimiento a ese comentario, reproduzco una nota ya publicada, lamentablemente vigente aún.
EL PAÍS DEL MÁS O MENOS
Publicado en Diario del Viajero nº 172 del 15 de agosto de 1990
...los argentinos para rascarse la oreja izquierda usaban el brazo derecho, y para rascarse la oreja derecha usaban el brazo izquierdo. Este ejercicio difícil y absurdo por lo ineficiente y complicado era como un símbolo de los procesos económicos, sociales y empresariales.
(del libro Truchanta Country de Mario Frieiro Pombo)
Un antiguo proverbio etíope nos cuenta que cuando el sol está en su ocaso la sombra de los pigmeos parecen de gigantes. Esta proyección de sombras distorsionadas no reflejan la realidad que da la plena luz, y los fantasmas que emergen de esos pequeños hombres se tornan en fantasías crepusculares.
En un país inexacto en muchos hechos, sea porque ellos se ejecutan mal o fuera de tiempo, que es otra forma de ejecutar mal, no podemos seguir justificando durante más generaciones las medidas que pervirtieron a nuestra sociedad.
Muchos habitantes tienen internalizado el concepto de aproximación con la frase popular y cotidiana de más o menos. Este concepto lo usamos, ya no como muletilla sino como excusa ficticia, para justificar nuestro desconocimiento, nuestro incumplimiento, nuestra impuntualidad, y porque no nuestra dejadez.
En un mundo en que el control de calidad de lo que se produce adquiere el carácter de norma de honor, o que la puntualidad en la entrega es parte del prestigio de una marca, nuestro más o menos es la negación de la posibilidad de inserción en el mundo
Toda nuestra sociedad debe hacer su mea culpa sobre el tema y modificar su conducta. No hablemos de los ciudadanos funcionarios que adquieren una responsabilidad aún mayor al asumir un rol para el cual se postulan; en ellos el más o menos de sus discursos o sus propuestas debe quedar registrado debidamente en los anales de la prensa cotidiana,como testimonio del compromiso asumido.
Si no tenemos un patrón de medida para cada acto, para cada caso, para cada objeto, estaremos actuando en forma inmadura en una sociedad con ansias de ser moderna. Cómo podemos pedir grandes ejemplos de conducta si llenamos todo lo cotidiano con pequeñas inconductas que marcan nuestra insolvencia ética. Acaso no observamos por doquier cómo sus propios habitantes ensucian las ciudades sin complejo de culpa alguna; ¿quién reprocha a esos individuos que no están actuando en forma solidaria? ¿quién se atreve a juzgar sin ser reo de la misma falta?
Para romper ciertos círculos viciosos no debemos esperar que sea el funcionario quien corrija desde arriba los errores de conducta. Son los ciudadanos los que deben corregir al funcionario que no cumpla con su cometido y responsabilidades Los tres poderes de la Constitución tienen razón de ser, en la medida que respeten los derechos de quienes son finalmente generadores de esos poderes y receptores de sus beneficios. El ciudadano como tal no está subordinado a quienes ocupan el poder, sino que depende de una Constitución Nacional destinada a protegerlo en sus derechos y a engendrarle las obligaciones frente al resto de la sociedad, nunca ante el ocasional ocupante de un sitial.
Sólo así el sol estará en el sitio enque las sombras de los pigmeos adquieren su real dimensión.
Carlos Besanson |