Un colaborador de Santa Rosa, Daniel Lecea, nos hizo llegar una reflexión del ex piloto y hoy periodista especializado en Seguridad Vial, Rubén Daray, que surge a partir del accidente aéreo ocurrido hace unos días en el Río de la Plata -donde fallecieron 5 personas y en el cual salvó milagrosamente su vida el pampeano Sebastián Vivona-, y que es bueno leerla y reflexionar:
“La muerte de dos amigos, Gustavo Fosco y Fernando Sánchez Gentile de Renault, me obliga a meditar -comienza diciendo Daray-. Dos amigos jóvenes, con hijos, con un presente y un futuro brillante y de golpe todo queda inconcluso…
Todo es más gris y complicado para estos chicos, y sus familiares.
Escuché tantas cosas sobre esta tragedia aérea, desde la enorme capacidad del piloto hasta el exceso de confianza del mismo piloto. De una falla mecánica, a la neblina cerrada. Muchas versiones y todas posibles. ¿Qué importa hoy no? Ni Gustavo ni Fernando están más. Ya alguno determinará que fue lo que pasó.
Lo invito a reflexionar, sobre nuestra actitud de manejo diaria.
¿Cuántas veces por día Ud. y yo nos salvamos “raspando” de un accidente? Varias veces…
¿Cuántas veces Ud. y yo, pasamos un auto y nos acordamos justo que debíamos doblar y nos cruzamos por delante del otro? Varias veces.
En la ruta, miramos, calculamos y nos disponemos a sobrepasar a otro, aun viendo ¡que viene otro de frente! Lo hacemos. Una y mil veces, pensamos, “pasé justo” y nos reímos.
¿De qué nos reímos?, porque nos dimos cuenta de que Dios nos dio una oportunidad más. Nos reímos porque sabemos, que salió bien solo de casualidad. Los nervios nos hacen reír.
Los más veteranos al volante, somos en muchos casos los peores. Tenemos exceso de confianza, nos salió “tantas veces bien” que nos creemos inmortales. Tenemos esa horrible tendencia a “poner la trompa”. Nos cruzamos por delante, les ganamos el hueco a todos, nos cambiamos mil veces de carril, pasamos acelerando con luz amarilla, hablamos por teléfono, vamos SIEMPRE más rápido que lo que marcan los carteles, vamos sin cinturón: “voy hasta acá nomas” es la estúpida respuesta.
Estacionamos y ¡bajamos a nuestros hijos del lado de la calle!, ¿Una locura no?. Pero lo hacemos cada día. No frenamos en los semáforos ni aun con luz roja. Ud. y yo lo sabemos.
Protestamos contra nuestros políticos con mucha razón, ¿somos mejores? ¿O hacemos muchas cosas parecidas a las que tanto criticamos?
Si no nos gusta la prepotencia de algunos, bueno, no seamos prepotentes con nuestro auto, no dejemos de cumplir la leyes y demos algún buen ejemplo ¿no?.
La muerte de Gustavo y Fernando, me pego fuerte. Me hizo ver lo frágil que queda una familia si se va el “conductor”. Yo no soy quien para dar ningún consejo. Si me atrevo a pedirles que reflexionemos al manejar nuestros autos.
Piense solo una cosa antes de sobrepasar a otro, ¿para que lo voy a pasar? Piénselo por favor y verá cuantas veces es ideal no hacerlo. Piense para qué “mete la trompa” en una rotonda, piénselo y…no lo haga. Piense al bajar a sus hijos en la puerta del colegio y hágalo por la puerta que da a la vereda, no al revés. Piense en cada detalle de como maneja, de la velocidad a la que va, de la distancia que Ud. y su auto necesitan para frenar con seguridad.
Jamás maneje a menos de 50 metros del auto de adelante, si va en una calle o baja velocidad. Deje distancia, es la única forma de evitar un choque.
Fue la neblina, una falla mecánica, un exceso de confianza, ¿Qué importa no? Lo importante es aprender que estas alternativas que menciono, nos pasan a diario a Ud. y a mí. Le dejo la idea de tratar de mejorar”, finaliza diciendo Rubén Daray |