Ciao Italia - Hello America En la antigüedad el atletismo era para los pueblos helénicos la manera en que los guerreros mantenían su forma para el combate. Esa ejercitación cotidiana fue llevada poco a poco al nivel de confrontación pacífica entre competidores. Ocho siglos antes de Cristo surgen las Olimpíadas como una forma para medir el grado de aprontamiento de una ciudadanía, que tenía como obligación natural la defensa de su ciudad. Las llanuras de Olimpia, en lo que se llamara el Peloponeso griego, se llenaban cada cuatro años con los representantes y adeptos de cada ciudad-estado. Para que ello fuera posible existía el consenso de hacer treguas entre los pueblos en lucha, a fin de que pudieran participar activamente en tales Olimpíadas. Es decir se venía de la guerra y se lograba en esos Juegos la paz, aunque fuese temporaria. Ya no era la muerte del rival lo que daba prestigio, sino la competencia entre parciales lo que brindaba la gloria. En épocas modernas también el deporte adquirió el valor de mensaje y representatividad. Pero no siempre primó el viejo adagio mens sana in corpore sano. A veces mentes no sanas buscaron lesionar el cuerpo y por lo tanto tuvieron que generarse reglas de juego tendientes a preservar a los partícipes. Pero esas reglas de juego no siempre eran válidas para un público que se desequilibraba, transfiriendo a la pista, o a la cancha, expectativas o frustraciones. Aún está en la memoria de muchos la tristemente famosa guerra del fútbol en 1969 entre El Salvador y Honduras, que si bien tenían conflictos latentes, fue un encuentro de fútbol el elemento de combates fratricidas. Es un ejemplo de cómo, a través del deporte, se puede recorrer el camino inverso entre la paz y la guerra. No solamente los desmanes que puedan surgir de un encuentro deportivo, o los festejos previos o posteriores, dan la medida del nivel de responsabilidad social de una población; son las afrentas que se intercambian partícipes y espectadores, las que pueden marcar evoluciones o involuciones. La pasión deportiva debe estar acompañada por la compasión humana. El arte de perder tiene que estar acorde con el arte de ganar, y ese arte es algo más que el empleo de una técnica, es la vivencia de una ética. Si no se da esta circunstancia los calificativos de campeones o de héroes están generosamente adjudicados. La vuelta a casa de todos los equipos de los países participantes ha traído alegría en algunos casos o frustraciones en otros. Pero tenemos que reconocer que los innumerables índices empleados para medir el standard de vida de un pueblo o la potencialidad de una nación, no van a ser modificados por los resultados finales de esta Copa del Mundo; y cada país deberá seguir encarando su rumbo, con las correcciones que correspondan, para lograr el bienestar general que muchas Constituciones pregonan. El deporte es sólo un ejercicio, el trabajo es la realidad.
Carlos Besanson
Publicado en Diario del Viajero Nº 167 del 11 de julio de 1990
Cuando termine la presente Copa del Mundo, los conceptos dichos hace años seguirán teniendo vigencia. A lo sumo se podrá cambiar el título por uno que fue Adeus Brasil!, Добро пожаловать Россия |