- ¿Cómo hace un político para que su hijo
le salga decente?
- Simplemente lo da en adopción.
M.F.A. (74 años)
Este chiste que me contó su autor, café de por medio, resulta como todas las ironías, entre jocoso e irónico simultáneamente.
Una sociedad se gesta con un presente que está advirtiendo y a la vez proyectando el futuro. Quienes no lo saben ver con antelación se equivocan en los caminos, y por lo tanto en los destinos finales.
¿De quiénes somos hijos naturales, legítimos o adoptivos? Si bien cada uno de nosotros lleva su ADN que va a marcar sus características físicas, que desde ya son importantes, es la intensidad y el nivel cultural que obtengamos del medio que nos rodea lo que va a señalar nuestras posibilidades dentro de una sociedad determinada.
Nuestra familia nos puede dar el marco inicial. La escuela multiplica nuestro entorno. La ciudad es el centro logístico de ciertas etapas de la vida. El país es el aeropuerto, que si lo fijamos como base, nos permite un despegue y aterrizaje cotidiano que nos puede hacer sentir que cumplimos un servicio útil y apreciado.
Lo que es adoptivo puede dar una imagen inicial de sujeto pasivo. Adoptar uno implica una toma de decisión activa, que se justifica con los fundamentos que cada persona hace valer como explicación de su accionar. Adoptar tiene algo de gesto soberano; ser adoptado implica a veces la toma de decisión de otros que hacen valer su capacidad de realización
Una sociedad puede crecer cuando sus integrantes se adoptan recíprocamente y se aceptan de conformidad. Adaptarse a cada realidad, sin ser pasivo ni condescendiente con ella, es una manera de potenciar un entorno. Sentirse componentes de una Nación puede llenar de gloria a los demás, y a sí mismo, en la medida que el promedio de su gente note que son parte importante de un todo valioso.
Considero que nuestra generación, y la que nos sigue tiene que trabajar intensamente para hacer mucho más valioso ese todo, y lograr que los hijos adoptivos se sientan orgullosos de haber sido elegidos, y los padres adoptivos vean su ideal logrado.
Toda la sociedad debe trabajar para levantar el nivel, no solamente político sino también social. Si lo político está bien orientado y ejecutado, lo económico es a mediano plazo una querida realidad. Si hay una seguridad jurídica vigente, habrá también mayor seguridad en las personas y en los bienes. El desarrollo de una región o de un país se acentúa cuando convergen en el tiempo las riquezas naturales y la responsabilidad cultural de sus habitantes.
Así como toda caída no es casual, tampoco el crecimiento es aleatorio. Todo tiene su fundamento o explicación, por lo tanto la previsión es parte de aquellos que saben visualizar adecuadamente las tendencias, y por lo tanto, neutralizar los hechos negativos de las mismas y potenciar los positivos.
Si el promedio social no nos llena de orgullo, muchos buscarán ser adoptados en otros sitios, en otros países, en otros tipos de empresas con objetivos diferentes. En muchos de esos casos las familias se desunen, por la distancia, las diferencias, y los desempeños.
Cada uno de nosotros debemos acrecentar simultáneamente nuestro liderazgo de ser y pertenecer, como para que los demás se sientan satisfechos de integrar esa vocación cultural de objetivos. Nada más triste que crecer en soledad; nada más penoso que enfermarse en sociedad.
Sumar juntos es más alegre que restar solos. Es como diría con doble intención, quizás, el autor del chiste inicial de este artículo,una forma de paternidad responsable.
No basta la retórica para cambiar la realidad, a lo sumo podrá descubrirla o encubrirla…
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n ° 795, del 24 de julio 2002 |