La actividad política resucita cuando se acercan las elecciones internas, y se dirimen las pre-candidaturas. Es como en ciertos juegos de cartas en que los jugadores disfrazan, entre versos, sus artilugios para ganar.
La sociedad debe ser considerada como algo más importante que una obligatoria mesa de juego, en donde la trampa se esconde entre movimientos de manos y frases que encubren.
Por su plena vigencia, reproducimos lo dicho en la edición nº 420, del 17 de mayo de 1995
Cuando algo más de dos siglos atrás se impuso en el medio artístico y musical la óperacomo instrumento de comunicación humana, se fueron desarrollando diferentes técnicas de montaje y ejecución según las distintas escuelas de sus autores y directores. Uno de los elementos de la composición que empezó a tener aceptación fue la obertura, que es una especie de síntesis musical introductoria de los pasajes más destacados de la obra a escucharse. Cuando por 1870 cae el segundo imperio francés, a raíz de la guerra franco-prusiana, las grandes óperas fueron reemplazadas en París por un género musical ligero y frívolo: la opereta.
También en los actos humanos las obras pueden tener la música adecuada y el libreto coherente que permitan ser considerados como óperas. La obertura es un muestrario condensado de lo que se propone al observador para generar una expectativa favorable que admita, finalmente, un juicio calificatorio positivo.
Quienes profesionalmente trabajan en los estudios de mercados, sea para ubicar productos o servicios, emplean técnicas convergentes destinadas a medir el grado de aceptación que puede tener el elemento a promoverse en un público determinado. El definir a priori con exactitud la validez de la aceptación por parte de un usuario permite evitar los riesgos de fracasos y acentuar las posibilidades de éxitos. Los errores de concepción y de ejecución no corregidos en forma temprana implican en el tiempo frustraciones costosas.
En ese arte-ciencia que es el marketing, el manejo de la información exige datos puntuales y precisos que definan adecuadamente cada uno de los universos, como se denomina a los diferentes sectores y estamentos en que se divide geográfica y humanamente a la sociedad, según su composición por edades, sexo, estudios, trabajo, capacidad de ahorro, posibilidad de gastos, necesidades, gustos, tendencias, etc. Cuanto mayor es la información, mayor es la posibilidad de acierto en la definición de cada uno de los públicos que se están analizando. Pero todos los datos recopilados requieren de una inteligencia en la interpretación, si no podríamos tener un elemento tan útil como una guía telefónica, que nos sirve para una función sola, pero que jamás nos va a indicar en su listado la calidad humana y cultural de los integrantes del mismo
Los conceptos modernos del marketing, que están en constante gestación y recambio, se aplican a infinidad de actividades, y en los últimos tiempos los vemos emplear en la política. Constantes investigaciones de mercado y evaluaciones de la opinión pública ayudan a los candidatos a ubicarse en las apetencias ciudadanas. Es así que ciertas encuestas bien ejecutadas se convierten en verdaderas oberturas de lo que será después la obra comicial. El peligro está en que los tramos seleccionados de esa ópera no estén bien ejecutados y se entre en un determinismo no creativo, que termine inmovilizando la realidad actual con promesas de ejecución futura, sustituyéndose la ópera por la opereta.
Ningún político, circunstancialmente triunfante o no, debe soslayar la tremenda ecuación humana que es la relación entre necesidad y posibilidad, gasto y ahorro, educación y futuro, seguridad y libertad, justicia y paz. Sólo así el público recordará permanentemente la ópera, y su música lo acompañará gratamente.
Carlos Besanson |