Nunca nadie perjudicó tanto a la ganadería argentina como el gobierno instaurado a comienzos de este siglo XXI. La restricción de la venta de carnes al exterior se convirtió en la política oficial hasta estos días. Se reitera, respetuosamente, lo que se viene pregonando desde hace casi una década, aún cuando no sea del agrado de alguna dirigencia ruralista (la amante de alfombras rojas y viajes de placer, gratuitos y compartidos con funcionarios, por todo el orbe).
Una noche cerrada y tétrica cubrió al campo patrio. En especial, a la zona pampeana productora de carne, es decir de proteínas.
Al descaro, desenfado, desvergüenza y caradurez de nuestros funcionarios, desde la más alta magistratura pasando por los distintos niveles, en algunas oportunidades se le sumaron causas de la naturaleza (sequías e inundaciones) que les facilitaron su resultado destructivo.
Síntesis de la retrogradación producida
Hasta hace poco más de un lustro Argentina exportaba al mundo alrededor del 25% de su producción cárnica y ocupaba el 3er lugar en el ranking mundial.
Hoy exporta el 6% de su producción -que es mucho menor-, destina el 94% al consumo interno y ocupa el 13° lugar en el ranking mundial de exportadores de carne.
Como consecuencia de la intervención del mercado cárnico en el 2005, las ventas externas cayeron un 77,2%; la faena bajó el 25 %, cerraron 138 frigoríficos (perdón, 1 “Pampa Natural”, sito en Speluzzi, y el más moderno de La Pampa se reactivó, a partir de fines de la segunda quincena de septiembre, que estaba cerrado desde el 2010, con un nuevo titular de domino: S. A. Importadora y Exportadora de La Patagonia, sociedad de la cual depende la cadena de supermercados La Anónima. Claro está, con la transferencia de los ventajosos créditos oficiales de los cuales gozaba la empresa anterior).
Se perdieron 17.000 puestos de trabajo.
El stock sigue mostrando una tendencia declinante, habida cuenta que la faena de hembras ha llegado ya al 45%, lo cual refleja un proceso de liquidación. En estos últimos años solo se recuperaron alrededor de 3.000.000 de cabezas de las 12.000.000 perdidas.
Entre enero y agosto de 2014 la faena de carne vacuna cayó un 6,4%, la producción bajó el 8,9% y el consumo retrocedió el 5,7%, al margen del retroceso en la exportación ya señalado precedentemente.
En agosto 2014 se produjeron solo 217.00 toneladas de carne vacuna, es decir el 8,9% menos que en igual mes de 2013.
Las exportaciones de carne de vaca retrocedieron un 7,6%.
Respecto al consumo, en los primeros ocho meses de 2014, cayó a 58,9 kilos anuales por habitante, lo que implica una merma interanual del 5,7%.
Todo mal. Pero se terminará la malaria.
No somos crédulos, pero nos jugamos
Las exportaciones cárnicas no podrán ser restringidas por mucho tiempo más. La “mesa de los argentinos” no está bien servida,pero lo estará profusamente mejor en la medida que se abran las fronteras. El consumo por habitante-año ronda ya los 120 kilos del total de carnes (vacuna, ovina, aviar, porcina, etc) de los cuales casi el 50% es bovina.
Hay muchos personajes que la van de gurúes y desde hace varios años anunciaron el despeje a partir del 2010/2011; luego 2013/2014. Talento o viveza que los traicionó y motivó nuevos fracasos en sus seguidores.
Siempre negamos semejante recuperación pero, ahora, si es de considerar que se está a la puerta de un nuevo mundo ganadero.
No somos consultores, ni dirigentes ruralistas. Solo productores de tercera generación y de la zona del caldenal pampeano.
Arriesgamos y apostamos por el 2016. Porqué tenemos mucho que perder y no estamos cobrando honorarios por conferencias o publicaciones que no duelen, ni planificando desde atrás de un escritorio y desconociendo la realidad del campo argentino.
Quienes quieran que nos sigan. Y a quienes no estén convencidos de nuestra prédica, les pedimos que no arriesguen todo pero si una parte, al menos como prueba. Si caemos lo haremos juntos.
Consectario
A partir del 2016, la ganadería será el negocio correcto. Volveremos sobre el particular.
Pedro Álvarez Bustos
ex Fiscal de Estado de La Pampa, abogado, escritor
y productor agropecuario de tercera generación. |