El 1º de diciembre, se recordó en todo el mundo, el Día Internacional del uso del Cinturón de Seguridad, una ocasión propicia para reseñar que uno de los primeros usos que se hizo del mismo data de 1930, momento en que se comenzó a utilizar en los aviones para luego extender su uso, allá por los años cincuenta, en automóviles y otros vehículos.
Hoy su uso es obligatorio en la mayoría de los países del mundo como un elemento irreemplazable para reducir las consecuencias de un accidente vial, tanto para el conductor como para los acompañantes. El cinturón impide los golpes sobre elementos del interior del auto y evita salir despedido del vehículo durante una colisión.
¿Por qué se instituyó?
Según datos suministrados por la Organización Mundial de la Salud, año tras año mueren en el mundo más de un millón de personas en rutas y calles pero muchas de esas muertes podrían haberse evitado si las víctimas se hubieran colocado el cinturón de seguridad. Es por eso que en estos años se han acentuado las campañas en favor de su uso ya que quien no utiliza el cinturón tiene un cincuenta por ciento más de posibilidades de morir en un accidente.
La clave está en convertir el uso del cinturón en un hábito y lo primero que deberíamos hacer al subirnos al auto es colocárnoslo.
Los hábitos se asimilan más en la infancia pero nunca es tarde para poner toda nuestra voluntad para adquirirlos.
Qué son los hábitos
Los seres humanos somos personas. Las personas poseemos inteligencia y voluntad. Los hábitos se adquieren a partir de reconocer una necesidad y ponerla en práctica. Los hábitos son cualquier comportamiento repetido regularmente hasta que es aprendido.
Es repetir algo de la misma manera tantas veces hasta que se lo realiza de manera automática, sin esfuerzo o planificación. Los hábitos incluyen actitudes y acciones.
Una actitud es una inclinación permanente a reaccionar de cierta manera cada vez que respondemos a una situación determinada.
Los hábitos se adquieren
No nacemos con ellos, se van adquiriendo a lo largo de la vida por influencia del medio ambiente familiar, escolar y social
Se van volviendo necesarios para la vida diaria de cada persona porque nos llevan a realizar acciones que por repetidas, se hacen necesarias para reforzar aprendizajes y asumir responsabilidades.
Hay buenos y malos hábitos, los buenos nos encaminan hacia las virtudes y los malos hacia los vicios ya que no nos permiten crecer y evolucionar arrastrando a la persona hacia situaciones problemáticas como accidentes, enfermedades graves e incluso la muerte. Un hábito bueno es todo aquel que posibilita el crecimiento como persona, nos ayuda a mejorar y su beneficio a largo plazo es extraordinario. |