Alfonso Pastora, miembro de la Comisión
Ciudadana de Derechos Humanos de España, realizó
un extenso informe sobre el "déficit de
atención" y la administración de
drogas peligrosas a niños, con un enfoque controversial
que permite abrir el debate sobre el tema en nuestro
país. A continuación ofrecemos la versión
completa el mismo.
Proliferación de los psicofármacos
en las escuelas
En un pasado no muy lejano, al niño que no prestaba
atención en clase, que no se estaba quieto, o
que tenía problemas para aprender, se le corregía
utilizando disciplina o dándole más trabajo,
y los profesores se arremangaban para averiguar cuál
era la dificultad que el niño tenía con
sus estudios. Al final, incluso los niños más
problemáticos, que eran una minoría, mejoraban.
En general, los padres y profesores tenían paciencia.
Reconocían lo que era el comportamiento normal
de un niño y no se preocupaban innecesariamente.
Sin embargo, si uno tuviera que creer a los psiquiatras
de hoy en día, la conducta más normal
en un niño, resultaría ser uno o más
de los múltiples "trastornos" mentales.
Y, desafortunadamente, eso es lo que creen muchos de
nuestros profesores, ya que cada vez se envían
más niños a los psiquiatras para que les
den "tratamiento".
La tendencia actual ha llevado a que algunos observadores
se pregunten si los días en que los profesores
y directores de las escuelas eran verdaderamente responsables
de la educación y el cuidado de los niños,
quedan ya lejanos. Ahora en cambio, los problemas del
aprendizaje (como la incapacidad para comprender las
matemáticas) se han clasificado como enfermedades
mentales. Los psiquiatras aseguran que casi todo niño
que no sea tranquilo, callado, estudioso, tenga un comportamiento
perfecto y obtenga buenos resultados académicos
debe de tener un "desequilibrio químico"
en el cerebro. El "tratamiento" es tan sencillo
como homogéneo: darles psicofármacos.
Sólo hay un problema con esta teoría,
y en este caso no hace falta más: es falsa. Nunca
se ha podido demostrar o respaldar científicamente.
La teoría sobre "el desequilibrio químico"
aparenta ser un "hecho" porque se presenta
por la "autoridad". Eso puede parecer inverosímil,
si consideramos que millones de niños, incluso
bebés de 18 meses, ya están tomando anfetaminas,
antidepresivos y otras drogas psicotrópicas que
alteran la mente.
El Dr. Fred A. Baughman Jr., neurólogo infantil
y miembro de la Academia Americana de Neurología,
que ha expresado por todo el mundo su postura en contra
de la administración de drogas a los niños,
afirmó: "No existe un sólo 'trastorno
de comportamiento' que se haya podido comprobar que
sea una enfermedad o algo orgánico o biológico".
El "trastorno" que se diagnostica a los niños
con más frecuencia, es el Trastorno de Atención
Deficitaria por Hiperactividad (ADHD). Baughman se dio
cuenta de que en un informe publicado durante la Conferencia
del Instituto Nacional de Consenso para la Salud sobre
el ADHD, que tuvo lugar entre el 16 y 18 de noviembre,
se admitía que el ADHD no existe: "No tenemos
ningún test válido independiente para
poder diagnósticar el ADHD, y no existe ninguna
evidencia que indique que el ADHD está causado
por una disfunción cerebral".
De la misma forma, Baughman indicó que tampoco
existe ningún test válido para los otros
dos "trastornos del comportamiento" que se
diagnostican con frecuencia.
Los expertos afirman que estos trastornos son un fraude,
y que cualquier diagnóstico que desemboque en
la administración de peligrosos psicofármacos
a un niño, no es sólo fraudulento, sino
que también es un delito.
Aumento de las drogas en España
No sólo se está extendiendo la administración
de psicofármacos con receta médica, sino
que una verdadera invasión de estas drogas prolifera
ya en toda la cultura española. Los psicofármacos
se consumen porque se están "popularizando"
a propósito, a través de la publicidad
y programas de marketing de la industria psiquiátrica.
Recientemente, el presidente del Plan Nacional de Drogas
denunció que las intensas campañas comerciales
de estas drogas psicotrópicas están ocasionando
grandes daños, debido al enorme abuso de las
recetas de psicofármacos para niños y
adolescentes.
Estos psicofármacos no sólo alteran la
química del niño, los sentidos y su punto
de vista, sino que tienen efectos secundarios, a veces
severos. En algunos casos, los efectos secundarios se
diagnostican erróneamente como otro "trastorno
mental" por lo que una vez más se les administra
otro psicofármaco. En otros casos, se reconocen
los efectos secundarios, pero se "equilibran"
con otro fármaco. Es frecuente que a algunos
niños se les receten dos, tres o más drogas
psicotrópicas a la vez.
Los casos de violencia infantil en España, recientemente
dados a conocer por los medios de información,
también tienen una cosa en común: los
psicofármacos.
Pero la violencia está lejos de ser el único
motivo de preocupación debido al incremento del
uso de psicofármacos en niños.
Las drogas más usadas, los estimulantes, se han
recetado a un gran número de niños en
edad escolar en Estados Unidos desde donde la tendencia
a utilizar dichos psicofármacos se ha extendido
a otros países, incluido el nuestro.
A pesar de eso, los investigadores americanos están
encontrando pruebas irrefutables de que los estimulantes
como la Ritalina (el que hace más tiempo que
se utiliza) no sólo desacreditan cualquier eficacia
de un "tratamiento" basado en estos estimulantes,
sino que conlleva preocupantes conclusiones sobre sus
efectos fisiológicos.
Esa evidencia incluye un informe publicado en el ejemplar
del 22 de agosto de 2001, de la Revista de la Asociación
Médica Americana, sobre el estudio dirigido por
la Dra. Nora Volkow. La Dra. Volkow comenta que: "A
los investigadores nos sorprendió muchísimo
encontrar pruebas concluyentes de que la Ritalina es
más potente que la cocaína. No nos lo
esperábamos... Los datos muestran claramente
que la noción de que la Ritalina es un estimulante
débil es totalmente incorrecta". Los investigadores
admitieron que se desconocen los efectos a largo plazo
de los cambios químicos en el cerebro, causado
por el metilfenidato (el nombre químico de Ritalina)
a pesar de que desde hace varias décadas se administra
esta droga a los niños.
Desde hace algún tiempo ya existían indicios
de que el consumo de estimulantes encogía el
cerebro, pero según se describe en un informe
publicado en el Doctors for Disaster Preparedness Newletter
del mes de septiembre de 2001: "Hasta ahora no
se habían investigado, de manera sistemática,
los posibles efectos (del tratamiento estimulante) en
el desarrollo del cerebro. Un estudio publicado por
la Universidad de Buffalo en Nueva York en noviembre
de 2001 sugiere que la Ritalina tiene el potencial de
causar cambios a largo plazo, en la estructura y función
de las neuronas".
Entre los falaces argumentos utilizados para respaldar
la administración de anfetaminas a los niños,
se dice que las dosis son demasiado "pequeñas"
para desencadenar los peligros que conllevan las drogas,
tan ampliamente conocidos.
Sin embargo, las pruebas científicas que se van
acumulando indican que esas "pequeñas"
dosis son también bastante peligrosas. Tal y
como afirmó Rochellys Dias, neurobióloga
del Karolinska Institutet de Estocolmo en septiembre
de 2001 en Dagens Medicine: "El tratamiento con
pequeñas dosis de estimulantes del sistema nervioso
puede llegar a ocasionar alteraciones a largo plazo
en aquellas partes del cerebro que rigen la atención
y memoria".
Pero los peligros de las anfetaminas no se limitan a
la adición, lesiones cerebrales y problemas de
atención y memoria. Según se ha dado a
conocer, también causan problemas de corazón
y otros daños fisiológicos, como el cáncer.
Según el Dr. Samuel Epstein, profesor emérito
de medicina ambiental de la Universidad de Illinois,
la Asociación Médica Americana de Pediatras
"hace caso omiso de las claras evidencias de riesgo
de cáncer que implica la ingestión de
Ritalina y los padres, profesores y enfermeras, aparte
de la mayoría de pediatras y psiquiatras, desconocen
esa información".
Según el informe de la Coalición para
la Prevención del Cáncer de octubre de
2000, el Dr. Epstein se halla especialmente preocupado
por la "creciente incidencia de cáncer infantil,
que es un 35% superior a la de las últimas décadas".
El comunicado de la Colición especificaba "No
existe justificación alguna para recetar Ritalina,
ni siquiera por parte de pediatras y psiquiatras especializados,
a menos que se haya informado debidamente a los padres
de que existe el riesgo de desarrollar cáncer.
De otro modo, recetar Ritalina constituye, indiscutiblemente,
un delito de negligencia médica".
Consecuencias que afectan a toda la sociedad
Los psiquiatras, con su etiqueta de "expertos"
y con otras etiquetas que "suenan" científicas,
han engañado a millones de padres, profesores
y directores de colegios.
El afán de los psiquiatras por poner etiquetas
y drogar a los niños, trae consecuencias para
toda la sociedad. El mensaje implícito que reciben
los padres y profesores es que no son responsables de
los problemas de comportamiento infantil y del aprendizaje,
y que no pueden hacer nada al respecto. Según
los psiquiatras, incluso tener problemas con las matemáticas
("trastornos de las matemáticas") significa
que existe un "desequilibrio químico"
que requiere psicofármacos.
Y por supuesto, cada año, los psiquiatras descubren
más "trastornos infantiles". Estados
Unidos ha sido el país líder a la hora
de inventar nuevas etiquetas de diagnóstico.
Esto no se hace aplicando el método científico,
sino que se efectúa votando la existencia de
esos nuevos "trastornos" durante la convención
anual de la Asociación Americana de Psiquiatras.
Después, dichos "trastornos" aparecen
publicados en el Manual Estadístico de Diagnóstico
Psiquiátrico, que es la Biblia del diagnóstico
(y de la facturación) y que luego utilizan como
estándar en todo el mundo.
El "tratamiento" consiste, casi siempre, en
psicofármacos. Por lo tanto, los beneficios siguen
creciendo, y la industria psiquiátrica se embolsa
miles de millones de dólares, incluyendo los
laboratorios farmacéuticos que suministran los
psicofármacos para todos estos trastornos que
se inventan los psiquiatras.
Aumentan las reacciones adversas
Sin embargo, durante el último año, esta
máquina despiadada de hacer dinero ha ofendido
la sensibilidad de demasiada gente. En Estados Unidos,
muchos estados han aprobado resoluciones y leyes en
las que se pide a las escuelas que utilicen métodos
no psiquiátricos para solucionar los problemas
académicos. Además, el tema se expuso
en el Congreso de ese país donde se han realizado
investigaciones y estas van a continuar.
Por otra parte, un creciente número de políticos,
medios de información y defensores de los derechos
humanos, también acusan a la industria psiquiátrica
de estar motivada por el ánimo de lucro en lugar
de trabajar en pro de la salud mundial. El mercado de
los psicofármacos ha sido extremadamente lucrativo
para los psiquiatras y laboratorios farmacéuticos.
Cierta información aparecida recientemente en
los medios de comunicación de EE.UU, muestran
también cómo los psiquiatras que investigan
y defienden ciertos psicofármacos están
siendo respaldados económicamente por los laboratorios
farmacéuticos. Un enredado conflicto de intereses.
Un informe publicado en una revista americana, por ejemplo,
documentaba las cantidades astronómicas de dinero
público de los contribuyentes que acaba en manos
de los psiquiatras, y que está en proporción
a la cantidad de trastornos mentales que se "descubren".
El informe detallaba también, cómo los
psiquiatras que están patrocinados por las empresas
farmacéuticas promueven los productos de esas
empresas en el tratamiento de lo que ellos llaman trastornos.
Es seguro que, muy pronto, las secuelas también
azotarán a Europa. Si los psiquiatras se salen
con la suya harán todo lo posible para drogar
a nuestros hijos y hacerse con los beneficios económicos,
antes de que se les obligue a dejar de trabajar. Si
las voces sensatas de los padres y verdaderos profesores
se salen con la suya, regresaremos a la tradición
en la que se respetaban los métodos de criar
y educar a nuestros hijos, libres de drogas que alteran
la mente.
Las futuras generaciones nos lo agradecerán.
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