La industria es uno de los más potentes motores
de la economía mundial, y factor preponderante
en el desarrollo de la humanidad en los últimos
siglos. En la Argentina, la industria nacional tiene
también su larga historia; hoy conmemoramos el
día de su nacimiento, fecha establecida para
el 2 de setiembre.
El 2 de septiembre de 1587 fue una fecha de gran trascendencia
para la industria argentina, a tal punto que ha sido
consensuada para celebrar su nacimiento. A menos de
un siglo de la llegada de los europeos a América,
y aún en un entorno de economía todavía
artesanal, precapitalista y bastante básica,
aquellos primeros «argentinos» por adopción
tuvieron la visión, el coraje y sobre todo la
voluntad de generar una producción que excediera
su propio consumo y el de su mercado interno, para lograr
la exportación de sus manufacturas.
Así fue que en aquella memorable jornada partió
del Puerto de Buenos Aires la nave San Antonio, rumbo
al Brasil, llevando a bordo el primer embarque para
exportación de nuestra historia, que dio nacimiento
también a la Aduana y constaba fundamentalmente
de productos textiles: frazadas; lienzos, lana; cordobanes;
costales; sobrecamas; sombreros.
No fue fácil dar este primer paso. Las normas
restrictivas del comercio hispano no eran sencillas
de superar, y las dificultades que imponían las
largas distancias hacían de cada empresa una
gesta dificilísima, pues los obrajes, telares
y diversos parajes de producción textil se encontraban
fundamentalmente en Tucumán y Santiago del Estero,
donde se cultivaba el algodón, y los traslados
hacia el puerto de Buenos Aires eran complicados y costosos.
Sin embargo, aquellos primeros pobladores tuvieron la
pujanza necesaria para, desde un primer momento y superada
la etapa inicial de subsistencia, pensar en las bondades
de una economía autosuficiente y en poder abrir
nuevos mercados con los excedentes de sus manufacturas.
Cuando en 1556 se introdujo el algodón en el
centro de nuestro país, y gracias al valor artesanal
agregado se constituyó como base del comercio
y la economía de la región (las rústicas
fibras de chaguar fueron reemplazadas por telas de algodón),
aquella mentalidad emprendedora fue vital para gestar
la industria nacional, de cara al mundo.
Siglos después, en un país que llegó
a ser considerado «el granero del mundo»
por su capacidad de producción agrícola,
la industria nacional sigue generando trabajo, justicia
y seguridad, pues la enorme cantidad de pequeñas
y medianas empresas son las mayores creadoras de mano
de obra en el país. Sin embargo, su capacidad
se ha ido alejando paulatinamente de su verdadero potencial,
a la espera de una nueva generación de argentinos
pujantes, emprendedores, capaces y honestos, que logren
emular a aquellos primeros luchadores que se sobrepusieron
a infinitas dificultades para abrir a los ojos del mundo
nuestra capacidad productiva. Materia prima, a Dios
gracias, es lo que nos sobra.
Fuente: www.educared.org.ar
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