El aumento en la cantidad de visitantes nacionales e internacionales que la captación de eventos trae a un destino es el efecto más inmediato de este segmento. Además, hay un incremento en el tiempo promedio de estadía, generando una demanda de servicios adicionales a la de los turistas corrientes y por lo tanto un gasto turístico promedio mucho mayor, calculado en al menos tres veces el de los turistas convencionales.
Por lo tanto, si ésto quiere ser aprovechado, es apremiante el aumento en la infraestructura. En este sentido, la obra del gigantesco polideportivo conocido como el Megaestadio, actualmente en construcción en Santa Rosa, resulta un aporte vital del Gobierno al segmento del Turismo de Convenciones y Eventos, además de favorecer en gran manera a la actividad deportiva de alta concentración de público, que de hecho está contenida dentro del calendario turístico provincial.
Diego Fernández de Córdoba, presidente del consejo directivo del Instituto Internacional de Normas para la Industria de los Eventos ISMI y director general de Congrexpo Internacional, en una entrevista con la Revista Gerencia de Viajes, dijo hace poco que «Dentro de los retos del desarrollo de este sector en América Latina se ha hecho evidente la necesidad señalada de aumentar la infraestructura y en consecuencia, existe una marcada tendencia a ampliar y modernizar la infraestructura física y de servicios para reuniones y exhibiciones que permita entrar a competir en el mercado global de los grandes eventos».
Fernández fue claro en enfatizar que la inexistencia de centros de convenciones y exposiciones en algunos países o ciudades importantes de Latinoamérica, adecuados en sus dimensiones, instalaciones, funcionalidad y capacidad para la realización de reuniones internacionales que sobrepasan los 900 participantes y que pueden sobrepasar los 3.000, limita su competitividad como destino de eventos.
Nuevas demandas
En este sentido, la capacidad del nuevo escenario de Santa Rosa, que sobrepasa muy largamente la cantidad de espectadores antes señalada, conforma en parte las expectativas, aunque surgirá otra demanda, que es la de servicios gastronómicos y hoteleros, ya que en la actualidad, la ciudad apenas se acerca a las 1.700 plazas (es evidente que llegado el momento entrarán a jugar otras modalidades de alojamiento).
Si bien los planes de expansión en hotelería local son alentadores en cuanto a inversión, bien sabido es que hasta que no haya garantías de calendarios consolidados y una actividad en marcha que genere demanda, difícilmente habrá capital disponible de parte de los privados.
Mientras que la encrucijada es, por otro lado, que en tanto la oferta de servicios no esté adecuada para grandes realizaciones, las mismas no podrán emprenderse.
Futuro positivo
Como están las cosas, de todas maneras, el futuro es absolutamente positivo y mucho depende del rol que siga jugando la parte oficial, ofreciendo créditos blandos y generando legislaciones que favorezcan la actividad turística y la inversión. Los tiempos de crecimiento mucho dependerán de esto. |