Nadie puede discutir la importancia del turismo receptivo como generador de nuevas fuentes de trabajo y captador de divisas. Sin embargo, no siempre se trabaja de manera integral en retener, dentro del país, al habitante que quiera vacacionar.
No son suficientes las promociones, algunas veces tardías, de ciudades o provincias que quieran mantener o incrementar las fuentes de recursos que aportan los visitantes. No siempre alcanza la difusión de paisajes encantadores, si el costo de llegar y residir transitoriamente en esos sitios no es realmente competitivo con los de otros países cercanos, o lejanos.
De la misma manera que en la producción industrial tiene que racionalizarse constantemente la operatoria de los procesos fabriles, para bajar costos, y por ende precios, también todo lo que se refiere a servicios en general, debe reestructurarse permanentemente para poder captar más clientes a menores precios.
El turismo es un servicio que requiere de mucho profesionalismo. No basta habilitar un hotel o un restaurante, para agregarle o quitarle estrellas o tenedores conforme a la inversión hecha. Siempre hemos sostenido que el personal es el que finalmente le da, o no, nivel a ese tipo de actividad. Podrá haber gente ansiosa de atender al visitante, ¿pero está profesionalmente preparada para ser cocinero, chef o mozo? o en su caso ¿recepcionista, mucama o botones?
Ese personal, idóneo o aún no, necesita de una conducción gerencial debidamente capacitada. No es suficiente promocionar un sitio, si la gente que asiste a ese lugar no encuentra el nivel de satisfacción, a un precio razonable y viable.
Las numerosas carreras terciarias y universitarias que se están ofreciendo actualmente en el país podrían cubrir, en teoría, las diferentes necesidades de personal idóneo. Sin embargo, los egresados no siempre tienen el nivel de experiencia suficiente como para participar en forma activa y positiva en la aplicación de estrategias exitosas
Es por ello que hace un tiempo sugerimos un  mayor trabajo en común entre los docentes y los funcionarios públicos vinculados al área turística. Pusimos como ejemplo la posibilidad que en el auditorio de la secretaría de Turismo de la Nación, por lo menos dos veces al mes, alguno de los funcionarios hablara con los alumnos y sus profesores, sobre la política que sigue la repartición y sus posibles consecuencias en el campo empresario.
Este buen ejemplo de interrelación, podría ser aplicado simultáneamente por funcionarios expertos del ámbito provincial y municipal. De esta manera se harían mucho más compatible las definiciones políticas del área, y las aplicaciones cotidianas de quienes actúan en el campo empresario.
Si todos hablan, casi sin discusión, de la necesidad que los niveles de educación potencien el crecimiento económico social de un país, ¿por qué no aplicar un mecanismo práctico como el sugerido?, que no requiere ningún gasto presupuestario, y que simultáneamente favorece la interrelación ciudadana a través del diálogo.

Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero nº 714, el 3 de enero de 2001