Es muy común ubicar, en los países democráticos, al periodismo como el cuarto poder. Sin embargo el periodismo no tiene una de las características que dan a los tres poderes tradicionalmente republicanos: la capacidad de ejecución. Le falta el imperium, es decir la fuerza propia que le permita imponer sus decisiones.
Es que el periodismo no toma de por sí decisiones, a lo sumo las puede sugerir, pero en sus propuestas, lo que está transmitiendo es la opinión de la calle o de sus lectores.
Las crónicas de la prensa escrita serán sin lugar a dudas una de las fuentes que emplearán los investigadores de la historia que analiza a nuestros contemporáneos Son la base primaria de información y documentación para los estudiosos que nos cotejan a mediano plazo.
No en vano el presidente Kennedy se preocupaba profundamente por las críticas de los diarios y buscaba neutralizarlas con otros textos impresos como para balancear sus efectos; en cambio, cuando la crítica era a través de la radio o la televisión, trataba de no agregar nuevos elementos de disputa para que el silencio llevara las cosas a un discreto olvido.
Mucho se ha hablado de una tendencia mundial hacia una concentración de los medios de comunicación. Los nombres de magnates que van fagocitando radios, cadenas de televisión y periódicos, giran como vedettes en los corrillos y en las revistas especializadas. Sin embargo, existe otra realidad fuera de esa tendencia: es la gran cantidad de nuevas y sencillas publicaciones que están apareciendo en todo el mundo amparadas por tecnologías de baja inversión inicial, que permite que existan editores que con unas pocas computadoras generen nuevos medios escritos que representan sectores no atendidos adecuadamente por la prensa masiva. La revista especializada y el periódico lugareño son ejemplos de corrientes de opinión que se independizan de toda tentativa de monopolio.
La amplitud que generan esas nuevas bases es el fundamento esencial de la representatividad parcial, pero finalmente integral, de distintas opiniones, por zonas, actividades, gustos y tendencias. Es decir, que ésta multiplicidad de medios independientes es la que termina por comunicar a los ciudadanos con aquellos que deben saber qué se piensa sobre lo que pasa.
Ignorar a la prensa chica es negarse a interpretar y entender al ciudadano en su individualidad. Esa negativa es la que produce a corto plazo el voto sorpresa, el voto castigo, las marchas de silencio.
El poder de la prensa escrita no es el cuarto, es toda la casa de la familia ciudadana. Es el poder del deseo de muchos que adquieren imperium en el momento del voto.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 192, del 2 de enero de 1991 |