Los cambios graduales
se convierten en el tiempo
en grandes cambios.
C.B
En todas partes del mundo, la prestación de servicios al turista requiere niveles de calidad y de creatividad, que permitan diferenciarse en una intensa y generalizada competencia. El precio de esos servicios solamente estará justificado en proporción a esos niveles. Considerar que un gasto alto en una estadía, en un sitio determinado, va a lograr una diferenciación en la clase de público que asiste a vacacionar es actuar bajo premisas falsas o incompletas.
Mientras nuestra dirigencia, sea ésta representativa de pequeñas, medianas o grandes empresas, no entienda la enorme diferencia que existe entre costos y valor final de un producto o servicio, no tendremos resultados con tendencia a la superación y mejoramiento de la actividad.
Un precio alto no siempre representa calidad, a veces significa solamente ineficiencia. Este concepto,que se puede entender fácilmente, requiere un constante e inteligente esfuerzo en la conducción de cada una de las empresas que participan en el negocio turístico.
Las bellezas de un lugar significan un justificativo para llegar a él. Las incomodidades y los precios desconsiderados cierran caminos a los interesados.
Olvidarse de la tan vigente ley de la oferta y la demanda en un mundo competitivo, es quedarse en el tiempo de una era anterior. ¿Qué damos de diferente, además del paisaje y de su entorno, al pasajero que invitamos? ¿Cómo llegamos a él con una oferta justa y tentadora al mismo tiempo?
Cualquiera sea el público que se busque como cliente, sea éste elegido entre diferentes niveles de ingresos, se deben conocer sus gustos, apetencias, y también posibilidades económicas. En cualquiera de los niveles ofrecidos, el costo debe ser proporcionado a lo que uno da, y a lo que dan las otras opciones concurrentes, sean éstas dentro del país o fuera de él.
El costo argentino no puede ser más una enfermedad endémica. La mala conducción empresaria y la mala praxis generalizada obstruyen muchos caminos que repercuten en la sociedad toda.
Pero sería injusto e incompleto que no mencionemos otros sectores responsables. No siempre el personal que cumple labores de atención al turista tiene suficiente nivel de excelencia en su preparación. No hablemos ya del manejo de idiomas complementarios, sino de ignorar elementales reglas de un digno protocolo universalmente aceptado. Es esencial ser hospitalarios en nuestra propia casa, partiendo de la base que ser serviciales no implica ser serviles.
Mejorar constantemente la calidad del servicio, bajar costos para bajar precios, y diferenciarse apreciablemente en los niveles de oferta, son premisas esenciales, pero que requieren un último aporte para que obtengan resultados positivos: una difusión apropiada de la oferta turística ante un público potencial.
La promoción general de un polo de atracción turístico, debe ser realizada en el tiempo oportuno en que los individuos y las familias toman decisiones sobre sus viajes. En esa actividad de relaciones públicas y publicidad deben intervenir organizadamente los funcionarios públicos, sean éstos nacionales, provinciales o municipales, las organizaciones empresarias, y las empresas receptoras que deben atender al visitante.
La responsabilidad de todos no se elimina buscando culpar a otros. Si no hay leal y plena solidaridad en la tarea, entre las partes intervinientes, van a ser todos responsables en los magros resultados finales.
Carlos Besanson |