El 30 de junio de 1999, en la edición n° 635 publicamos una carta del Dr. Nespral, que en ese entonces era Juez Nacional en lo Civil
La vigencia del tema, teniendo en cuenta la gran cantidad de fallas en el comportamiento juvenil, nos lleva a reproducir la mencionada nota:
Desde hace tiempo he estado asistiendo, especialmente invitado, a diferentes colegios para dar charlas a los alumnos sobre temas vinculados con la justicia. Una manera de difundir lo que no suele ser noticia, y al propio tiempo, de contribuir a levantar la imagen del Poder Judicial entre los jóvenes.
En alguna medida, levantar el ánimo y la esperanza, impartiendo sanos consejos a los hombres del mañana. Olvidando momentáneamente las dudas y malos momentos -a veces una especie de castigo- que vivimos los que cumplimos con nuestro deber, en hechos de público conocimiento.

Dr. Bernardo Nespral
Juez Nacional en lo Civil

Considero importante que nuestros jóvenes tengan oportunidad de dialogar con quienes asumieron el compromiso moral de administrar justicia. Esos adolescentes reciben constantemente de sus mayores, mensajes que no siempre alientan suficientes esperanzas de un presente equilibrado, y de un futuro prometedor.
La búsqueda de la justiciaes un ansioso imperativo de cada ser humano que necesita, por parte de la sociedad, el reconocimiento lógico de sus derechos y méritos. No siempre esa justicia llega a tiempo para restituir rápidamente el desequilibrio, emocional y social, que genera la negación de la misma.
Administrar justiciaes un don para el cual no siempre hay gente preparada, moral y psiquicamente, como para analizar casos en forma objetiva, sin transferir, en esos estudios tan particulares, desorientaciones y frustraciones personales, que pueden llegar a interferir la ecuanimidad de un fallo.
Sentir el amparo de la justicia es un sentimiento de protección, que a todos nos gustaría tener, porque permite un animoso soporte espiritual y una decorosa espera.
El crecimiento de una sociedad depende de muchos factores, pero todos tienen una conexión final con la justicia. La seguridad, como bien jurídico protegido, se parcializa como vivencia si los fallos judiciales no protegen al débil, evitando las dictaduras de hecho de los que se consideran poderosos, sin admitir la contraprestación del respeto hacia los demás y la solidaridad individual y social.
Grandes núcleos ciudadanos pueden tener la sensación de una discapacidad funcional, si los jueces viven aislados de una realidad  que no conforma a los demás. Si bien es lamentable escuchar quejas sobre la capacidad laboral de algunos jueces, y de su preparación legal, más perturbador es conocer los altibajos emocionales y de conducta en que algunos incurren. Pero la gran conmoción es ver, sentado en el banquillo de los acusados a jueces que han atentado contra los principios que ellos deben defender.
Esta especie de traición a los valores, que vemos con más frecuencia que antes, nos lleva a algunas reflexiones. En primer lugar ¿por qué se silencia los nombres de las personas que han postulado esas designaciones aberrantes, y la de todos aquellos que votaron los pliegos de nominaciones? ¿No son acaso responsables también, según ese viejo concepto del derecho romano, de la culpa in eligendo? ¿No debe existir además, la culpa in vigilando, en la cual todos los funcionarios deben ser observados en sus conductas?
Ser magistradoes tener oportunidad de ejercitar una docencia de altísimo nivel. Es un importante punto de referencia en una sociedad, no siempre bien orientada por sus líderes ocasionales, que confunden con sus juegos de palabras.
Manos permanentemente limpias, con mentes constantemente claras, permitirán recuperar el amor a la justicia, como un generalizado sentimiento vigente, y no como una idealizada fantasía.

Carlos Besanson