Los reiterativos errores de quienes tienen poder, pero no actúan con justicia democrática nos lleva muchas veces a ser repetitivos con algunas notas editoriales.Los personajes cambian, pero las incongruencias no. El 27 de marzo de 1991 en nuestra edición n° 204, ya hemos dicho:

Muchas religiones que no supieron crear un sustento filosófico y teológico razonable fueron cayendo en la práctica de idolatrías, es decir en la adoración de ídolos tangibles en vez de la búsqueda de un Dios no tan fácilmente asible. Más aún muchas religiones primitivas no pasaron de un mero y burdo fetichismo.
También la búsqueda del poder terrenal generó una simbología que pasó alternativamente del cetro a la corona, de la espada del samurai al bastón de mando, del cayado al báculo. Infinidad de creaciones de la orfebrería y de la siderurgia adquirieron fama y renombre por pertenecer a figuras legendarias. Desde la espada de Alejandro Magno hasta la de Carlomagno siguiendo por los aderezos de combate del Cid Campeador, encontramos mucho de falsa magia en esos aspectos que no eran el poder en sí sino una herramienta de aquel que sabía emplearla con capacidad. Hasta en los dibujos animados contemporáneos que ven nuestros niños aparece el poder de la espada de He-man como una muestra de un moderno fetichismo.
La pérdida generalizada de una escala de valores de referencia ha hecho que muchos confundan el tener con el ser y por lo tanto para ellos cuando más tienen más son. Como la vidriera del tango Cambalache han acumulado desordenadamente símbolos contradictorios que pueden llegar a anularse entre sí, en una exhibición grotesca frente al contexto nacional.
Una vez leí una frase que me impactó muchísimo y que decía muy simplemente: Libre es aquel que depende de pocos y pocos dependen de uno. No hay duda que la primera parte de la frase es fácilmente entendible y que la segunda requiere una mayor meditación, porque en el fondo implica que el asumir responsabilidades por un conductor requiere una autolimitación de su propia libertad. Aunque pueda sorprender a algunos el líder no tiene más libertad que la de cualquiera de los integrantes de su grupo, su responsabilidad le genera una limitación de actitudes y acciones que nunca debe olvidar. De no ser así deja de ser un líder y puede convertirse en lo que en buen francés se dice souteneur o en mal italiano cafisho.
En las antiguas monarquías el pasearse por las callejuelas de las ciudades con una corona significaba una manifestación de abolengo. En las modernas repúblicas el pasearse por las avenidas con un coche costoso importado es una falsa exhibición del tener, de ninguna manera del ser. Antes los bailes de la corte convocaban a los iniciados en la danza de los postulantes. Ahora las revistas publicitan la asistencia a las discoteques de moda de funcionarios públicos que frecuentan a miembros de la farándula, en un ritmo de gasto que no condice con la austeridad que se impone al resto de la sociedad. También aquí la sensación de estar genera el espejismo de ser.
Si bien los funcionarios públicos tienen el derecho de divertirse como todos, también todos tienen el derecho de divertirse pese a la ineficiencia de muchos funcionarios.
La paciencia del ciudadano no significa la ignorancia de los hechos. El voto oportuno es el primer acto de justicia que debe ejercitar. El desprecio hacia quienes no han respetado sus compromisos frente a la sociedad, es la mejor ayuda memoria para la historia. Los falsos símbolos del poder pasan rápidamente de moda como los modelos de coches importados mal habidos.

Carlos Besanson