REGION - La Pampa
Semanario REGION®
Del 4 al 10 de septiembre de 2009
Año 19 - Nº 914 - R.N.P.I. Nº 359581

  
El Caribe en temporada baja:
Cuba, Excursión a Cayo Blanco y nadar con Delfines


Los delfines están asombrosamente adiestrados. Un instructor desde la plataforma les da instrucciones, como que pasen por delante para tocarlos, que se coloquen panza arriba y floten mientras uno los acaricia, que nos moje golpeando su cola en el agua, que nos permita agarranos de una aleta llevándonos en un pequeño paseo y que se cerquen a darnos un beso en la mejilla. Una experiencia muy placentera para no olvidar facilmente.

Continuando con la nota de la semana pasada sobre la Península de Hicacos, en Varadero, Cuba, decíamos que un destino imperdible estando en este lugar paradisíaco, es contratar en el hotel una excursión al cercano Cayo Blanco, con snorquel en arrecife de coral y delfines para acariciar.
La misma forma parte de la oferta local y constituye una salida de navegación en catamarán que no es de las más caras, incluye un exquisito almuerzo con langosta de mar, canilla libre, animación permanente y es de todo el día.

Nadar con delfines
Sin duda uno de los mayores atractivos de esta salida a Cayo Blanco es la posibilidad de nadar con delfines, animales que uno inmediatamente asocia con inteligencia, velocidad y afecto, que son muy amigables con las personas y causa placer estar con ellos y disfrutar su presencia. En un viaje al caribe no puede faltar esta opción...

Excursión a Cayo Blanco
La salida es desde el puerto de Varadero, en la punta de la Península de Hicacos, por la mañana.
Un Catamarán muy bien equipado, con solarium de red, animación turística a bordo y canilla libre todo el viaje, nos trasladará durante dos horas de navegación, unos 60 kms. hasta Cayo Blanco (pequeña isla inhabitada con instalaciones fijas que equipan en cada excursión).
La llegada está prevista para el mediodía, cuando el personal de la empresa que organiza la excursión, tiene preparado un almuerzo sorpresa.

Arrecife de Coral
En el trayecto por aguas cristalinas, la primer parada es en una hermosa zona de corales donde la tripulación nos ayudará y dará equipo (flotadores y máscaras) para hacer snorkel.
Una buena experiencia para cualquier edad, aún sin saber nadar, donde podremos observar además, una gran presencia de peces de todo tipo.
Los que no se mojen con el agua, aliviarán su pena mojándose por dentro bebiendo mojitos, cuba libre, ron y cerveza en cantidades inacabables.

Delfinario en el mar
Tras esta divertida actividad, el viaje continúa hasta llegar a una plataforma enorme hecha de hormigón en medio del mar, se trata del Delfinario, donde los delfines están en un recinto enjaulado con puertas, pero en medio del mar, en contacto con el agua del mar.
Nuevamente provisión de equipo con boyas salvavidas en la cintura (para flotar) y al agua, en varios grupos de 10 a 15 personas cada uno, con uno o dos delfines por grupo.

La experiencia dura unos 20 minutos en el agua con animales sorprendentemente adiestrados, al que un instructor desde la plataforma les da instrucciones, como que pasen por delante para tocarlos, que se coloquen panza arriba y floten mientras uno los acaricia, que nos moje golpeando su cola en el agua, que nos permita agarrarnos de una aleta llevándonos en un pequeño paseo y que se acerquen a darnos un beso en la mejilla, acción muy bien coordinada con el fotógrafo oficial, que aprovechará para tomarnos la foto y luego vendernos esa postal inolvidable de un momento tan dulce. A pedido nuestro, al otro día tendremos la imagen en el lobby del hotel.
Si el viaje terminará acá, uno podría darse por satisfecho, pero nos espera las arenas blancas de una isla virgen: Cayo Blanco.


En el Delfinario, los delfines están en un recinto enjaulado con puertas, pero en medio del mar, en contacto con el agua del mar.

Llegada a la playa
El lugar sorprende. Es pequeño, con mucha vegetación nativa, arena blanquísima -que obliga a colocarnos lentes de sol por su gran reflejo- y en donde no vive nadie en forma permanente.
Un gran quincho equipado con cocina, baños y todo lo necesario para un improvisado restaurante, es atendido por cordiales, mozos y ayudantes que nos invitarán a ocupar los asientos junto a las mesas al aire libre -con un techo de paja para evitar que el sol nos consuma-, donde comeremos en grupo con el resto de nuestros compañeros de viaje.
¿El menú?: Nada menos que genuina Langosta del Mar Caribe acompañada con arroz, guarnición clásica y costumbrista de todas las comidas en la isla de Fidel.
A quien no le gusta -no Fidel, sino la langosta-, puede optar por pollo, con el mismo acompañamiento o ensaladas. De beber lo que se le ocurra, lo mejor es mucha agua y jugos por la gran deshidratación, de todo hay canilla libre.

Día inolvidable
La tarde transcurre entre palmeras, aguas cristalinas y cálidas.
Más mojitos, cuba libre, ron y cerveza, sacarnos fotos de escenas para recordar toda la vida y disfrutar la playa -no olvidar levar sombrero-. En el regreso a Varadero, nos daremos cuenta del día maravilloso que pasamos, mientras el baile copa la embarcación, se abre el bar de cócteles y el alcohol comienza a deshinibir al grupo. En algunos casos, los solteros y solteras harán nuevos amigos. En otros... habrá que mirar el mar y quedarse piola...

Otras salidas recomendables desde Varadero, las volvemos a repasar: una noche disfrutando el Tropicana Club -ron y baile incluído-; una atrevida incursión a los manglares y su minizoo, y por supuesto, la clásica visita a La Habana y otras localidades de gran interés histórico y cultural, donde la presencia del «Che» aún vive entre los cubanos. Mención aparte para vacaciones en los Cayos Largo y Guillermo, ahí hay que tomarse dos semanas.


Los «Cayos»

Son pequeñas islas donde generalmente no viven humanos por su reducido tamaño y la falta de fuentes naturales de agua potable. Algunos cayos pueden ser de considerable extensión territorial, como es el caso de Cayo Coco (370 km2), al norte de la isla de Cuba, que constituye así la cuarta mayor isla del archipiélago cubano, después de la Isla de Cuba y la Isla de Pinos o Isla de la Juventud y de Cayo Romano (vecino a Cayo Coco).
Los cayos son reductos frágiles de flora y fauna, que deben ser respetados y cuidados. En muchos proyectos se incentiva una interacción respetuosa con el ambiente, como son el buceo contemplativo y las excursiones ecológicas. El archipiélago de Cuba posee varios conjuntos de cayos, alrededor de la mayor de las islas, Cuba, y la plataforma insular. También son abundantes los cayos al sur de la Península de la Florida, Estados Unidos, y en el gran archipiélago de las Bahamas.

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