Hablar de democracia es un tema que por fortuna se ha convertido en algo habitual. Vivir en democracia es una costumbre de reciente adquisición por parte de algunas generaciones que comparten el cuarto oscuro. Pensar y actuar democráticamente es una meta no alcanzada aún en plenitud.
El soporte de la democracia está dado por un ejercicio pleno de la libertad y un dar y recibir constante de actos de justicia. Sin una justa libertad, algo diferente a una ajustada libertad, y sin justicia libre en todas sus decisiones, la democracia siempre estará amenazada. Pero no hay justicia y libertad suficientes si quiénes la ejercen carecen de sabiduría y buen criterio.
Por lo general los hombres bien informados resuelven bien, y los hombres mal informados resuelven mal. Es decir que la información libre es elemento esencial para actuar en democracia.
La defensa irrestricta de la libertad de expresión a través de la prensa era la síntesis de un mensaje aleccionador y marcaba un compromiso que consideramos vigente.
Los tanteos que, como globos de ensayo, realizan ciertos funcionarios para colegiar a los periodistas implican una búsqueda de limitación al ingreso de los informadores, y también de la información. Emplear como argumento que muchos de los periodistas que formulan preguntas molestas carecen de madurez suficiente, es peligroso.
Uno de los fundamentos del ejercicio de la democracia puede ser atacado en sus bases si se limita artificialmente la cantidad de mensajeros que pueden indagar y simultáneamente transmitir. Porque el  periodista que formula una pregunta, no es solamente un profesional, sino que es un ciudadano emergente, y como tal tiene derecho a interrogar a sus mandatarios.
Muchas veces he sentido vergüenza interior frente a algunas preguntas mal elaboradas por colegas míos, pero mucha más vergüenza he sentido frente a contestaciones absurdas por parte de los funcionarios indagados.
Todos los medios de comunicación, en su competencia cotidiana, son aprobados o reprobados por sus lectores y escuchas, que buscan en esos medios la información y el encuadre interpretativo de los dichos y los hechos. En un país en que la bendición de una piedra fundamental no fue rápidamente seguida por la inauguración de una obra, es necesario trabajar más sobre la prudencia de los funcionarios que sobre la imprudencia de algunos periodistas.
La Constitución Nacional demarca el amplio espacio por donde debemos circular. Crearnos limitaciones que traicionen sus postulados representa una falta de moderación que afecta el orden constitucional. Es una incontinencia lavada de peligrosa ejecutoria.

Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 231 del 2 de octubre de 1991