En exposiciones rurales y remates especiales de toros, gran porcentaje queda sin colocar. Se aplican las más diversas modalidades y no resultan en la medida esperada. Desde la venta entre 6 y 10 cuotas mensuales, iguales, consecutivas y sin interés; hasta plazos de 120 a 180 días; pago con entrega de terneros al destete en marzo/abril 2010; etc. Algunos toros son vendidos, otros regresan a la cabaña y no faltan los enviados a Liniers. Otros, ya antes de «terminar» su preparación, son castrados para su posterior venta como novillos “cabezones” y con kilaje de exportación.
No obstante, cuando se vende un número importante, o casi todo, se observa una especie de «auto-conformismo» en analistas vinculados a la materia pecuaria; «sólo por que se vendió» (lo cual no deja de ser valioso), pero sin reparar quizá que los precios obtenidos vienen implicando un gran deterioro para el cabañero o expositor. Son precios similares e inferiores, en ciertos casos, a los de hace cuatro o cinco años cuando los costos no eran los mismos.

Veamos, preparar un reproductor para una muestra ganadera conlleva un tiempo de cinco o seis meses como mínimo, lo cual insume un valor agregado que oscila en los $ 2.500; en muchos casos la preparación oscila o supera el año y entonces insume un costo de $ 5.000 (y aquí no se contempla la «tarea» de «peluqueros» o encargados de «cosmética», cuyos honorarios pueden ascender hasta $ 3.000 por reproductor).
Si al precio promedio obtenido de 3.400/3.800 pesos (pagaderos con las modalidades ya apuntadas) se le resta lo atinente a la preparación, flete, comisión, etc., no queda margen positivo, ni siquiera el equivalente a un novillo tipo exportación o a un «toro viejo», como los que se vienen vendiendo en ferias; los buenos desde 720 hasta 850 kilos a $ 2,85/3,00 que sí producen una renta razonable.

¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿La genética no cuenta? ¿El trabajo en la cabaña tampoco se computa?. Sincera y respetuosamente, consideramos que los precios obtenidos, por toros en exposiciones o subastas especiales, no son buenos (casi diríamos ruinosos) y muchos son ya los pequeños y medianos cabañeros que han comenzado un «achique» violento para no desaparecer, e incluso se está dando el caso de suspensión de remates especiales anuales después de décadas, en diferentes cabañas, que sobrellevarán su desvanecimiento.

A mayor abundamiento, hoy en día, un novillo de arriba de 460 kilos, vendido a $ 7,10/7,20 «la carne» y con rindes del 58/61%, descontados flete y guía, arroja un precio equivalente a $ 3,95/4,10 el kilo; pagaderos entre 10 y 21 días. Lógicamente, a los $ 1.800/2.000 habrá que deducirles los $ 400/450 de maíz u otros suplementos, más núcleo proteico (en especial en este ciclo de sequía), con lo cual se obtiene un valor neto final superior al de cualquier reproductor macho, en un remate especial o exposición ganadera. Todo ello fundado en pruebas que así lo acreditan.

Respecto a las vacas y con motivo de la próxima campaña de vacunación contra aftosa, se podrá producir una circunstancia significativa. Durante todo el año, en muchas explotaciones ganaderas, los rodeos se han venido suplementando con sales minerales, con magnesio al 8/10% ó con proteínas (más calcio y magnesio al 5%) o variantes similares, en comederos o bateas. Ello a su vez ha sido reforzado, en muchos casos, con calcio inyectable. No obstante la «caída» de las vacas se está incrementando, por la falta de pasturas suficientes. Ya hay casos en que la mortandad supera el 10% (aún no se computa el «verdín» que, cuando llegue, producirá una indigestión grave y rigurosa en los bovinos), atento a que aquellas «caídas» se complican con el estado de preñez y debilidad de los animales.

Teniendo en cuenta que en la zona del caldenal pampeano o campos de cría, siempre el movimiento de hacienda provoca -especialmente- en esta época el «aguachamiento» o pérdida de terneros chicos y un incremento en la mortandad de madres, se hace necesario e impostergable repensar la conveniencia de la diagramación de las fechas de las próximas vacunaciones.
Las autoridades de SENASA e integrantes de la Comisión Provincial de Sanidad Animal (CoProSA) deben tener presente las opiniones tanto de productores criadores, como veterinarios asesores en establecimientos de cría, vacunadores, etc y NO guiarse sólo por estadísticas que son números que, especialmente en la actualidad, no suelen coincidir con las existencias reales de ganado e incluso pueden «obligar» a que no sean veraces las actas de vacunaciones.

Deseo sean recepcionadas estas reflexiones, con la misma serenidad que se formulan y que sólo exteriorizan un respetuoso disenso, que puede ser disparador de soluciones saludables para la actividad pecuaria.

Colaboración: Pedro Álvarez Bustos - Productor agropecuario
de tercera generación [email protected]