El don de la oportunidad
no nos debe llevar a
una ética de oportunistas.
C.B
La información auténtica es nuestro compromiso profesional como periodistas
Vivir a diario nos lleva a un diario vivir, en el cual la información correcta nos ayuda a tomar decisiones válidas.
Los errores humanos pueden convertirse en inhumanos horrores. Nada es perfecto, pero casi todo es perfectible.
¿Qué está pasando y por qué? es la pregunta tácita que casi todos nos formulamos varias veces al día, en algunos casos, o una vez a la semana en otros, para definir nuestra táctica cotidiana y mejorar la estrategia del mediano y largo plazo.
La inequidad es una enfermedad social que debemos atender y curar, porque su expansión termina invadiendo nuestro entorno. Sin equidad es muy difícil reducir la miseria equitativamente. Las normas legales deben ser claras y coherentes para permitir una fácil interpretación por parte de todos los ciudadanos.
La no coincidencia filosófica no siempre tiene que llevarnos a una situación de enemistad con la contraparte. El diálogo no exaltado mejora las posibilidades de entendimiento o convivencia.
En varias de mis notas he señalado la tarea del periodista, que en algunos aspectos es afín a la del meteorólogo. Este no debe equivocarse en sus pronósticos, y menos en sus anuncios que además tienen que ser los más completos posibles para prevenir al público de las variables que puedan favorecer a algunos y perjudicar a otros. Una fuerte lluvia puede cancelar un encuentro deportivo a cielo abierto, y simultáneamente frenar en la misma zona una dañina sequía.
Siempre he participado de reuniones profesionales y sociales en las que aparece alguna figura conocida, tanto por los convocantes como por los convocados, que lógicamente aprovecha la oportunidad para transmitir ideas propias de su militancia, cualquiera sea ella.
Cada tanto y en cierto momento he formulado una pregunta a la figurita figurón que se desconcertaba al recibirla. La misma es: desde la fecha en que usted nació ¿cuál fue el Presidente menos malo que tuvo el país? Los contertulios, sorprendidos por mi inusual interrogante, terminaban sonriendo y observando cómo la gran duda era contestada.
El camino de la vida puede tener pisos lindos pero resbaladizos, y también rutas veloces, aunque riesgosas por mal vigiladas. ¿De quién es la culpa?
Y el dolo, tan doloroso socialmente, ¿quién lo sanciona?
Carlos Besanson |