Uno de los factores que desconcierta a los hombres que actúan en la sociedad contemporánea es la constante incoherencia que existe entre los dichos y hechos, planes y realizaciones, pruebas y testimonios. Parecería que nuestros coterráneos reaccionan fundamentalmente por el estímulo de pinchazos, y no por el accionar debidamente motivado. Hasta el periodismo tropieza con situaciones equívocas que lo hacen equivocarse. Su dedicación cotidiana a la animación de las noticias lo empuja no sólo a la pérdida del sentido autocrítico, sino también a la desorientación de sus lectores, escuchas y televidentes.
Vocear noticias es sólo gritar episodios, que sueltos no son fácilmente entendibles en sus alcances y significados sociales. Comprender la realidad es algo más que barajar meros datos, es hacer inteligencia de lo que pasó, está pasando y posiblemente pase. Entender esto es saber como discernir la diferencia entre ruido y música. Cuando el periodismo hace bochinche ensordece y, por ende, desorienta hasta perturbar. El exceso de ruido en los medios de comunicación es tan nefasto como el silencio indiferente o complaciente. Aprender a modular es una manera de hacerse entender plenamente por todos, para que la información conforme la opinión pública
Desde hace años vengo asistiendo a un interminable debate sobre ¿qué es noticia?, y a esa eterna pregunta contesto siempre con otra ¿para quién es la supuesta noticia?. Porque lo esencial es definir adecuadamente al destinatario de la información, es decir, lo que en el lenguaje de los iniciados se formula como público.
Nadie discute hoy en día que no hay un sólo público, sino muchos públicos diferentes. Cada sector tiene características e intereses distintos que varían de acuerdo a sus niveles culturales, de actividades que desarrollan, geografías que ocupan y presencia económico-social.
El concepto de aldea global que impera en el planeta Tierra no significa de ninguna manera que todos sus componentes estén en paridad de conocimientos y oportunidades. Si operativamente la función periodística no sabe discernir la validez de la información según los sectores, se está robando al público un elemento invalorable que se llama tiempo. Ese factor que no es fácilmente recuperable y se pierde a veces en forma disimulada e insensible para el sujeto titular. La sociedad crea mecanismos, que no son siempre eficientes, para defender la libertad, el honor y el patrimonio de los hombres, pero aún no es suficientemente cuantificable el daño que produce la pérdida de tiempo por culpa de terceros que nos desconcentra de objetivos claros.
El periodismo es responsable del encausamiento adecuado de ese factor tiempo de sus clientes lectores, televidentes y escuchas. Su participación es tan importante que puede dar la sensación de que muchas ficciones son realidades y algunas realidades son meras ficciones. Tal es la fuerza de la interacción del relato comunicacional Buscar la coherencia, modular en sintonía con sus propios lectores y manejar incluso los tiempos con honestidad. No hacer un periodismo ficción demasiado cercano a la mentira ni un periodismo realidad tan crudo que pueda bordear lo chabacano.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 398, del 14 de diciembre de 1994 |