La clave es aprender bien
para poder enseñar mejor.
C.B
La vida está condicionada por los hechos y los desechos que se producen diariamente. Si no hacemos nada, ni bueno, ni malo, nos convertimos en inoperantes y, por lo tanto, en carentes de actividad positiva. Lo peor que podemos hacer es no hacer.
Creer que los equívocos son sólo intelectuales nos limita en asumir los errores sentimentales. ¿Cuántas y cuántos novias y novios se tienen antes de un matrimonio? ¿Y esas experiencias nos garantizan acierto en acordar y recordar el posterior paso trascendente?
La carencia de información auténtica y exacta nos lleva a una forma de ignorancia peligrosa.
Debemos convertir en realidad las situaciones posibles que deseamos. Los invisibles logros no se ven o perciben, pero se sienten emocionalmente.
Es importante tener objetivos apropiados y ayudar para evitar que otros se apropien fácilmente de nosotros en nuestro deambular errático.
Dilapidar el tiempo es desaprovechar la vida, como desperdiciar los bienes de la naturaleza es malversar los fondos de las futuras generaciones integradas por nuestros hijos, nietos...
Cotidianamente estamos dando examen, y también tomándolo dentro de cada grupo y sector que integramos, en lo laboral y en lo afectivo.
Si aceptamos autocontrolarnos, cada error nuestro puede significar una vacuna íntima que neutralizará recaídas contagiosas.
Hacer docencia con decencia es enseñar con claridad para que todos podamos sentirnos seguros del aprendizaje realizado.
A veces se viven mentiras que nos incapacitan y hacen que el subsistir sea molesto o doloroso.Estar vigente en cada etapa de la vida da libertad sin sentirse engañado por discursos.
La ignorancia es una manera encubierta de esclavizarse. Sepamos ser intelectualmente libres para subsistir en las crisis, personales o ambientales.
Carlos Besanson |