Las campañas electorales tienen la característica de que, los que buscan ser electos ansían que sus potenciales electores los toquen y se dejen tocar.
Las constantes charlas y diálogos con todos y entre todos dan la sensación de una gran agilidad, mental y corporal, y la experiencia nos ha demostrado que cuando lleguen bajarán el nivel de acción para convertirse en posibles autistas operativos.
Desde hace muchos años las obras públicas demoran indefinidamente en cada uno de los pasos previos. Los proyectos, los dictámenes de asesores y consultoras, las hipótesis de costos, los presupuestos iniciales y sus retoques posteriores, la adjudicación de partidas para cada uno de los rubros parciales, son etapas que señalan la distancia entre lo actual y lo infinito.
Un ejemplo real y concreto es una vivencia que tuve con motivo de un acto trascendental consistente en la colocación de la piedra fundamental de la usina nuclear de Atucha II. Recuerdo que fui al lugar en nuestro auto con mi esposa y con mi hija Dominique que aún no tenía dos años. Mi mujer tenía ya un embarazo avanzado de mi hijo Gaston.
Toda la ceremonia fue larga y plagada de discursos y simbolismos. Sin embargo mi hijo Gaston ha cumplido ya veintidós años y Atucha II es sólo una aspiración y deseo no realizado.
Este ejemplo no es un caso aislado, lamentablemente es aplicable tanto a grandes proyectos o pequeñas obras a realizarse. La diferencia entre el dicho y los hechos es tan grande que las palabras se visten como si fueran productos ya elaborados y por lo tanto comercializables en el mercado político. Las entregas de los bienes y servicios comprometidos, quedan generalmente diferidas con buenas excusas argumentales.
A veces asisto como periodista a ciertas charlas de candidatos provenientes de variados partidos y sectores políticos. Muchos se manejan con hábiles libretos que sirven para demostrar su capacidad de expresión y astucia argumental adaptada a los diferentes públicos alternativamente convocados.
En ocasiones, en ese tipo de reuniones formulo alguna pregunta no estándar, y por lo tanto que pueda desorientar al expositor. Una de ellas es: de acuerdo a su criterio ¿cuál fue el Presidente menos malo que hemos tenido en los últimos cincuenta años?
La mirada del interpelado se transforma asemejándose a la de un boxeador que busca a un hipotético rival. Sin embargo mi sonrisa los lleva a contestar de la manera más amable posible: hay que mirar para adelante y dejar para los historiadores lo que hace al pasado. No todos emplean esas palabras, pero coinciden en el mensaje
No es fácil asumir el rol de mandatarios, de un pueblo que ha perdido parte de su tiempo en escuchar discursos, y otra gran parte en desorientarse con el fárrago de normas, normativas, reglamentos, resoluciones, decretos, leyes y constituciones
Hacer con inteligencia y honestidad es un civilizado mandamiento ciudadano. No hay crecimiento estable con falsos diagnósticos y fraudulentos tratamientos. La sociedad se enferma cada vez más con la mala praxis de sus funcionarios que ocupan, siempre que pueden, maliciosamente las butacas alternativas de los distintos poderes de la República.
Mis hijos, como los de mis lectores, nos interrogan a través de la mirada. Parecería que las elecciones tienen mucho de azaroso, más aún de lotería, y en algunos casos de timba. No hagan juego señores...
Carlos Besanson
Esta nota fue publicada en la edición 962, del 5 de octubre de 2005. Nuestro hijo Gaston ya ha cumplido 27 años y Atucha II aún no funciona y se habla de importantes nuevas inversiones.
Gaston ha crecido en capacidad y experiencia, en cambio Atucha II no las tiene, y sigue recolectando fondos para un parto muy diferido.
C.B. |