Cuando muchos años atrás me ofrecieron ser profesor titular de la materia Reportajes en una Universidad, algunos alumnos que ignoraban mis antecedentes periodísticos se preguntaban ¿qué podía saber un abogado en esa especialidad? Pude probarles prácticamente que la absolución de posiciones y la declaración testimonial en un juicio, tienen algo de la búsqueda de la información y de la verdad, que debe ser uno de los objetivos de esa tarea periodística.
Indagar es una forma, a veces imperativa, de averiguar. Los abogados tenemos que hacerlo adecuadamente para ayudar al cliente. Para los periodistas el cliente no es ni el avisador, ni el entrevistado, sino ese lector que constituye el sustento básico de cualquier honesto emprendimiento periodístico. Pero a veces la malformación profesional lleva al periodista a formular preguntas, sin tener datos previos que ayuden a encaminar el interrogatorio en forma clara, como para impedir contestaciones ambiguas o imprecisas. No hace mucho un periodista me preguntó, de manera intempestiva, que me autodefiniera. Le contesté rápidamente que era un idealista con sentido práctico. Como evidentemente la contestación fue muy escueta para el espacio que tenía que llenar, inquirió sobre ¿quiénes podrían estar en desacuerdo conmigo? Muy simple le dije: los prácticos que no tienen ideales. El periodista quedó desconcertado y ahí nomás terminó el reportaje, sin el suficiente relleno de palabras como para cumplir su objetivo de ocupar espacio cualquiera sea el contenido.
También en la profesión de abogado tuve entredichos en largas audiencias, en donde el empleado que levantaba las actas no era fiel en la transcripción de las palabras de los deponentes. En esos casos, el ausente Juez interviniente, era convocado para encarar adecuadamente la redacción de los dichos de las partes. Rememoro un caso en que un Juez me inquirió de mal talante ¿dónde estaba el problema? Simplemente, le dije, que si el escribiente hubiera asentado la famosa frase de Martin Luther King: yo tengo un sueño, la hubiera escrito: yo tengo sueño, lo que representa un mensaje diferente. Por cierto, el tenor de esa audiencia judicial cambió favorablemente.
Me preocupan las declaraciones públicas de ciertos referentes y emergentes sociales. Sus contradicciones en el tiempo no están dadas por una correcta evolución, sino por una encubierta involución. Los errores acumulados no desprestigian solamente a los actores intervinientes, sino a un pueblo que ha otorgado mandato, directo o indirecto, a los funcionarios, dirigentespero no diligentes
En una democracia las minorías que no lograron elegir a quienes votaron, mantienen plenamente todos sus derechos frente a quienes fueron electos por otros, y de ninguna manera los que ganaron son más importantes, como ciudadanos, que los que perdieron.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero nº 733, el 16 de mayo de 2001 |