Nuestras conversaciones escritas con los lectores no son una contradicción idiomática, sino la posibilidad de facilitar la transmisión y el entendimiento de ideas mediante los cambios tipográficos apropiados, ayudando de manera cómoda a la captación de los mensajes y comentarios.
cuando resaltamos textos en ese diálogo epistolar, es como si pusiéramos énfasis al decir algo, quedando así registrados tipográficamente los gestos y ademanes propios de una charla.
Hemos sido innovadores a ese respecto, y con alegría observamos que algunos colegas comienzan a imitar esta simple y nueva técnica comunicacional que ayuda a una rápida y fácil comprensión.
No hacer memoria nos puede llevar a una amnesia de malas y costosas experiencias, inútilmente desaprovechadas. Esa es la razón por la cual en forma perseverante repetimos notas publicadas años atrás. Con ello damos a entender que hay errores crónicos que no se modifican con discursos, sino con una activa política de enmiendas destinadas a elevar el nivel de la sociedad, en función de una honesta eficiencia y una inteligente producción de bienes y servicios, con adecuado valor agregado.
Decir las cosas en el momento apropiado, da mayor fuerza a los argumentos. Las buenas razones no necesitan el aval de ningún sectarismo para ser aceptadas.
La libertad de expresión no es cambiar el libreto constantemente para conseguir apoyo político y de fondos. Lamentablemente esas ayudas tienen trasfondos que escandalizan cuando trascienden las motivaciones encubiertas.
El nivel de vida de un pueblo se levanta cuando hay un creativo incremento de la riqueza, con una justa distribución de ella.
La espiral inflacionaria no ayuda equitativamente a potenciar el estándar de vida de todos los habitantes. Las experiencias vividas en muchos años hacen que la inflación se asemeje a encubiertos y camuflados actos de hurto, que quedan impunes por falta de sanciones éticas equitativas.
En ciertos momentos también se tiene la sensación de vivir una absurda epidemia que afecta la salud mental y económica de un pueblo. Porque toda inflación es una sumatoria generalizada de especulación, corrupción, ineficiencia, arbitrariedad, imprevisión y desorientación, tanto de gobernantes como de gobernados.
Las coincidencias con los encuadres de ciertas situaciones no significa aceptar condescendencias sobre falsas conductas actorales de personajes advenidos al poder.
La proporcionalidad en el crecimiento de todos los componentes sociales, permite percibir las vivencias positivas de una democracia auténtica.
Carlos Besanson
Publicado en el DV n° 982, del 22 de febrero de 2006 |
