Cuando las águilas planean
terminan aterrizando sobre la presa descuidada
C.B.

Las viejas comadres de otros tiempos han dejado destacados herederos. Esas señoras, que pasaban muchas horas en las puertas de las casas, observando el movimiento de sus vecinos, eran la preocupación de todos aquellos que tenían fracasos circunstanciales en sus trabajos, amores y peleas.
Eran verdaderos registros vivientes que tenían una zona de influencia limitada por la distancia que debía recorrer para llegar al almacén, panadería o carnicería en donde se proveía de mercaderías, pero también de más información, a la cual agregaban la propia en un intercambio de pequeñeces, que en el fondo escondían recíprocas frustraciones, envidias encubiertas y malsanas alegrías.
Los herederos de esas viejas comadres disponen hoy de una moderna tecnología que les permite estar casi al instante en cualquier lugar del mundo. El poder adquirido mediante la posibilidad deese ir y venir constante por todas partes potencia la fama, buena o mala, de las nuevas comadres.
No existen dudas de que se han producido grandes cambios en la forma y la técnica de transmitir la información, pero ¿qué es lo que ha cambiado en el contenido del mensaje? Esto depende del observador de los hechos y del mensajero que los transmite inteligentemente, o no.
Vuelvo con esto a mi constante tema de cuál es la función de la prensa. Es obvio que no tiene una sola tarea o labor; comenzando por el hecho de que no habría libertad de prensa si se coartaran las opciones de emisión y de recepción de mensajes. Por lo tanto es responsabilidad de cada emisor definir su papel frente a la sociedad para que su profesión sea plenamente útil a la misma.
Si aceptamos que el periodismo es una forma de docencia masiva, su contenido debe tener en cuenta a qué tipo de público se dirige, partiendo de la base de su nivel cultural, de instrucción y de intereses particulares y sociales. De esta manera debe seleccionar criteriosamente el material para determinar realmente qué es lo que le sirve y le es útilal lector, radioescucha o televidente.
Si tomamos este encuadre el responsable de la selección tiene que tener en cuenta que si emite programas de radio y televisión el día no tiene nada más que veinticuatro horas, y si escribe para diarios o revistas la cantidad de páginas de las mismas son limitadas, como lo es el tiempo disponible de cada uno de los lectores.
En cambio si el responsable busca convertir a la noticia en parte de un show que distrae al ciudadano, el periodista readquiere la importancia de las antiguas comadres de barrio, pero con un ámbito de mayor alcance.
Abrumar a la gente con el relato de hechos ajenos, que se convierten inmediatamente en mero dato, y que de acuerdo a cómo se presenten pueden quedar inconexos entre sí, llegará a aletargar al espectador, que se queda viendo qué hacen los demás sin moverse como actor en el propio escenario que le corresponde.
El deber de informar, que todos los periodistas tenemos, nos debe llevar a la responsabilidad en el contenido de la información. Una sociedad no puede crecer si sus componentes no actúan empleando datos inteligentes que les sirvan para tomar decisiones válidas.
¿Es periodismo estar informando constantemente sobre quién se acuesta con quién, o el último antojo de un empresario, artista o deportista? En este caso las viejas comadres de barrio son los colegas amateurs de estos modernos comunicadores, que convierten un discutible cuarto poder en un perverso poder en el cuarto.

Carlos Besanson