«Los derechos de propiedad intelectual deben irse adaptando a las necesidades y tecnologías» opina el Dr. Enrique Blasco Garma, economista del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina. El desarrollo de Internet induce en muchos una visión de que la propiedad intelectual es una reliquia del pasado.
La primera ley de propiedad intelectual data de 1709, sancionada en Inglaterra para estimular a “hombres ilustrados escribir obras valiosas”. Comienza explicando en esta nota el el Dr. Enrique Blasco Garma, economista del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina.
Ochenta años después, los padres fundadores de EEUU daban al Congreso la facultad de sancionar la protección de derechos de autor para “promover el progreso de la ciencia y las artes”. Esos derechos vinculan a los creadores y tecnologías con el mercado, constituyendo uno de los grandes éxitos de las políticas públicas de todos los tiempos.
Las obras e investigaciones atraen esfuerzos personales y capitales en una escala gigantesca, gracias a la protección de los derechos de propiedad otorgados. La raíz del valor de los derechos de propiedad está en los costos que ahorran. Por eso, las primeras leyes nacieron luego de la imprenta, que permitía reproducir obras a un costo material reducido. Parte de la ganancia es para el autor. Este proceso complejo acelera el progreso de la humanidad.
No obstante, la violación de la propiedad intelectual es una actividad muy difundida. Desde algunos sitios, se ofrecen copias pirateadas y atajos. El Comité Judicial del Senado de EEUU está investigando sitios en la Web dedicados a “robar la propiedad intelectual del país”. La Casa Blanca se comprometió a proponer una nueva ley contra esa piratería en este año.
El desarrollo de Internet induce en muchos una visión de que la propiedad intelectual es una reliquia del pasado. Lo prueba el auge de los “archivos compartidos“que distribuyen música, películas y libros pirateados sin la menor culpa. Son apoyados por un grupo de profesores en derecho y otros expertos, con argumentos contra intuitivos, sosteniendo que las patentes y derechos de autor entorpecen la creatividad y el progreso. Esas visiones ignoran la larga experiencia de avance científico y técnico basado en el principio de que la creación se estimula con garantías de poder beneficiarse.
Estos derechos redefinen ingresos personales. Por ello, los tribunales deben resolver controversias continuamente. Ahora, una corte de apelaciones de EEUU resolvió que las pruebas de diagnóstico médicos pueden ser patentados. El laboratorio que creó el método para determinar la dosis de medicamentos en enfermedades del estómago consiguió el pronunciamiento favorable del alto tribunal, luego de perder el caso contra una clínica muy reputada, ante un tribunal inferior, en 2009.
La decisión ayudaría a los laboratorios medicinales a capitalizar la incipiente demanda de “medicina personalizada”, donde los médicos determinan si el paciente es genéticamente susceptible a una enfermedad particular o responde mejor a determinados remedios. Un avance sustancial para conectar a personas específicas con los tratamientos más favorables.
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