Desde chicos nos enseñan a transmitir sentimientos a través de la música. Las canciones de cuna son un pequeño ejemplo de cómo nos comunicamos en forma simple, aun sin conocer el contenido de textos más explícitos.
La tonada y la armonía musical pueden llevar mensajes positivos y sedantes. También los volúmenes altos, que a veces llevan notas estridentes o discordantes, logran cargarnos de tensiones insospechadas.
Hace ya muchos años que venimos observando cómo en los lugares de espectáculos, la armonía es destruída por el ruido, y quienes se convierten en habituales frecuentadores de esos sitios, lentamente van adquiriendo una sordera no perceptible inicialmente.
También la letra que acompaña a esa música no siempre transmite mensajes entendibles y constructivos. Hay momentos en que se percibe una forma de divagar que puede ser graciosa pero que termina ocluyendo y taponando los sentidos y la percepción inteligente.
Pero esta tendencia artística negativa se da también en otros sentidos de la vida contemporánea. ¿Podemos estar tranquilos con la letra de la información periodística que cotidianamente nos invade a través de los diferentes medios de comunicación pública?
El arte de transferir ideas y sentimientos al prójimo exige una responsabilidad muy especial. La desconexión en la transmisión por envíos de bajo nivel de volumen o por hablar un idioma que el otro no entiende, hace que la vida familiar y social se complique enormemente.
También en el orden político, la comunicación debe ser precisa y responsable. De otra manera el ciudadano tiene sólo un documento de identidad que lo acredita como tal, pero el ejercicio capaz de sus derechos y obligaciones se va tergiversando por una práctica deformante.
Todos sabemos que existen partituras que nos han llenado de un pacífico romanticismo o de una alegría vital. También las letras de las composiciones nos han servido para adherirnos a sus mensajes, o para perfeccionar el nuestro. Pero ¿no es un llamado de atención el que constantemente estemos escuchando parte de la letra del tango Cambalache?
El arrorró mi nene que casi todos hemos captado, o cantado, está perdiendo la vigencia, igual que la letra y la música de ciertas canciones patrias.
Cuando se deja de hablar, muchos dejan de escuchar. La sordera social puede ser tratada por aquellos que asumen una responsabilidad solidaria.
Hay ideologías que tratan de explicar el pasado, pero no mejoran el presente y menos preparan un futuro mejor.
Debemos evitar el palabrerío que sustituye la acción. La desvalorización moral a largo plazo nos devalúa económicamente.
Convertir un país en un lugar en donde la acústica es apropiada para que la música no se degrade, es una tarea de compleja ingeniería y de hábil dirección orquestal. El ruido de los inodoros puede ser neutralizado sin que estos dejen de cumplir su función de evacuar los excrementos.
Recuperar la armonía apropiada requiere de múltiples ensayos. Escribir la letra de las canciones necesita de poetas bien formados para transmitir un mensaje entendible y válido.
La música puede ser la mejor terapia. El ruido puede ser insalubre.
El verso se transforma en engañoso si no hay realismo en su contenido.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 862, del 5 de noviembre de 2003 |