Quienes manejan mal sus propias cuentas
disponen mal de los dineros ajenos.
                                                                     C. B.
Se considera pródigo a quien disipa, desperdiciando y consumiendo su hacienda en gastos inútiles y vanos, sin orden ni razón. Eso es lo que se llama, en otros términos, manirroto o gastador.
El pródigo despilfarra sus bienes mediante una administración ilógica y caprichosa, pudiendo llegar incluso a una ulterior situación de miseria por su accionar inmaduro. Por ello en el derecho civil existe una forma de protegerlo de sus propios desmanes, mediante la denominada curatela del pródigo. Es decir que un juez designa un cuidador de bienes, despojando al protegido de la libre disponibilidad, e incluso administración de su patrimonio. Pocas veces los tribunales argentinos han visto juicios de estas características, por cuanto su tramitación no es simple y la caracterización de quien es pródigo o no, es compleja.
En política también existen pródigos pero del patrimonio ajeno. La declaración de incapacidad difiere de la del derecho civil, y habitualmente se llama juicio político. Pero como en el primer caso no es habitual ni fácil demostrar la peligrosidad de las acciones sobre los bienes de la sociedad y de sus derecho-habientes.
Quienes no son auténticamente austeros en su vida, terminan siendo insensibles o inoperantes ante la miseria próxima. Ellos no cambian el entorno, transformándolo, sino cambian de entorno, trasladándose a otro. Es una forma tradicional de negación mediante la cual lo que no se ve no existe ylo que no se escucha se convierte en silencioso aislamiento.De esta manera una parte de la realidad queda segregada por un muro de incomprensión y fastidio.
En medicina la tendencia es trabajar en la prevención. Sin embargo muchas veces en política se actúa sobre los hechos consumados, como un impulso que estimula el discurso y la promesa. Parecería que ser un hombre de suerte tiene más importancia que ser un hombre previsor. En un mundo en que el azar del juego tiende a convertirnos a todos en meros juguetes, se olvida que el cálculo de probabilidades es útil no sólo para los acertijos, sino para la toma de decisiones inteligentes y constructivas.
Las pujas personales de poder son luchas de artistas que sólo buscan la adjudicación de un papel en el reparto de personajes. No es la vocación de hacer para los demás que los convoca, sino la de ser sobre los demás. El engaño a su público ya no es un mero maquillaje, sino que se recurre a los efectos especiales. Y así como ahora se habla de sexo virtual, como una manera engañosa y falsa de hacer el amor, la vocación virtual de servicio se ha convertido en una manera espúrea de conseguir satisfacciones sobre los conciudadanos. Es otra forma solapada de obscenidad.
Los discursos buscan ser seductores, los mensajes nos prometen una mejor vida junto al político iluminado, y si bien no nos ofrecen matrimonio eterno, quieren vivir en pareja generando la ilusión de que quizás nos reconozcan los hijos que nos hagan si éstos llegan a ser espléndidos y maravillosos. Sino que otro se haga cargo...
Pero transcribo el texto de un diccionario etimológico que dice El Hijo Pródigo: bellísima parábola del Evangelio, que así llama  a un personaje que pide su parte de la herencia, que la disipa y que vuelve, por fin, a la casa paterna, en donde su familia le abre los brazos. Por extensión se dice del hijo que se ausenta, el cual, después de muchas desventuras y engaños, no tiene más recurso que volver a casa de sus padres, único asilo de amor y de fe.
Confío en que muchos políticos pródigos regresen al hogar republicano para que todos podamos vivir en una creciente democracia. Si los hombres públicos no aprenden a ser austeros, sólo podrán enseñarnos la miseria... la de sus espíritus y la de nuestros cuerpos. Como ciudadano no lo acepto calladamente. Sobre este tema, el silencio prolongado en el tiempo es mortal.

Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 495, del 23 de octubre de 1996