Año tras año, la llegada de la celebración de Semana Santa -más alla de quienes adhieren o no a los preceptos de esta fecha religiosa-, la efeméride resulta propicia para consumir las llamadas “comidas de vigilia”, dado que se incrementa la oferta y variedad de las mismas.
De manera que comer pescados y frutos de mar, especialmente, constituye una oportunidad ideal para ampliar el abanico de nuestro menú diario. Entre múltiples variantes que nos ofrecen los frutos del mar, les acercamos esta receta con merluza, muy simple y nutritiva.
La merluza:
Es un pescado blanco, que se puede cocinar de muchas maneras y que siempre es bien recibido por todos gracias a su sabor suave y su consistencia jugosa.
Por otra parte, es un plato que se luce y que permite también hacerlo anticipadamente a la hora de la reunión familiar como entrada.
Esta preparación se puede hacer tanto con merluza fresca como con merluza congelada.
Con pescado fresco:
Ingredientes: Merluza fresca entera -sin cabeza-, 1 hoja de laurel, sal a gusto, una pizca de eneldo y ciboulette.
Preparación:
En una olla, colocamos los troncos de merluza, los cubrimos de agua y añadimos la hoja de laurel y sal. Llevamos a ebullición y bajamos a fuego moderado, dejando cocer suavemente, hasta que veamos que la espina sobresale de la carne del pescado.
Según sea el grosor puede tardar aproximadamente unos 8-10 minutos. Luego dejar descansar, limpiar el pescado abriéndolo por la mitad y retirando la espina central y las laterales. Vamos haciendo trozos de tamaño parecido, nos aseguramos que no lleven espinas o piel y colocamos en una fuente.
Y a disfrutar.
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el ave fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los primeros cristianos consideraron al huevo como un símbolo de la resurrección de Jesús. En la Edad Media, cuando llegaba la Pascua los huevos, que eran de gallina o de pato, se pintaban de colores y se consideraban objetos muy preciados. En esta época del año se realizaba el “festín del huevo” porque representaba el regocijo y la vuelta a la alegría. Con el paso del tiempo, se mantuvo la costumbre de celebrar la Pascua consumiendo y regalando huevos.
Al principio del siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro. Las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol.
Actualmente, en algunos países de Europa, como Italia, en el Domingo de Ramos muchas familias llevan huevos a la iglesia para bendecirlos y consumirlos en el Domingo de Resurrección. Por otro lado, en las iglesias de Estados Unidos los niños realizan una búsqueda de huevos de chocolate o de plástico con golosinas dentro. La razón principal es por el gozo de la resurrección del Señor que es dulce.