Semanario REGION®

Del 6 al 12 de septiembre de 2019 - Nº 1.376 - Año 29 - INPI 1983083

No es tan loca la idea de comprar Groenlandia...

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La “Fundación Malvinas” con sede en Ushuaia, replica una nota que firma Leonid Bershidsky (Bloomberg) en Infobae, bajo el título “No es tan loca idea de comprar Groenlandia: los últimos territorios vendidos y una propuesta para las Malvinas”.
Allí el columnista aporta interesantes datos para el interés general de comprender un tema que parece algo loco, pero que tiene varios antecedentes.

Bershidsky señala que “El ex primer ministro danés Lars Lokke Rasmussen llamó a la idea informada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de comprar Groenlandia, un territorio danés autogobernado, una broma de día de los inocentes fuera de temporada. La idea de Trump puede ser alocada (e imposible), pero eso no quiere decir que no pueda ser beneficioso pensar en revivir el mercado de los territorios soberanos que alguna vez hizo grande a Estados Unidos.
Además de comprarle Louisiana a Francia, Florida a España, Alaska a Rusia y mucho del sudoeste a México, EE.UU. estuvo a punto de comprar Groenlandia e Islandia en la década de 1860. La idea era rodear a Canadá de territorio estadounidense y así persuadirlo de unirse a EE.UU.
No obstante, el momento para cortejar a Canadá pasó rápidamente y EE.UU. reconoció la soberanía de Dinamarca sobre Groenlandia en 1917 luego de comprarle las Islas Vírgenes, entonces una colonia danesa. Pero pronto la isla más grande del mundo volvió a adquirir importancia estratégica para EE.UU., esta vez como base aérea durante la Segunda Guerra Mundial. La bomba atómica incrementó aun más la importancia de Groenlandia”.

Más adelante, Leonid Bershidsky escribe en Infobae: “Si la idea de Trump de comprar Groenlandia parece alocada, es solo porque los acuerdos entre Estados sobre territorios se han vuelto escasos. El pequeño país de Kiribati, amenazado por el aumento en el nivel del océano, compró 2.225 hectáreas en Fiji por US$9 millones en 2014, con la esperanza de que sus 100.000 habitantes puedan trasladarse allí en caso de que sus atolones se vuelvan inhabitables. Otro país, Tuvalú, ha estado considerando planes similares. No obstante, no hay ninguna transferencia de soberanía. Si los habitantes de Kiribati o Tuvalú deben trasladarse, ya no tendrán un Estado propio. Serán habitantes de Fiji”.

Luego el autor cita un ejemplo con nuestras Islas Malvinas: “Analicemos el ejemplo de las Malvinas (Falklands para el Reino Unido) las islas por las que Gran Bretaña se enfrentó a Argentina en la década de 1980. Argentina aún quiere recuperar las islas, pero sus 3.400 habitantes han votado abrumadoramente por conservar la ciudadanía británica. El Reino Unido gasta aproximadamente u$s 100 millones al año para mantener una presencia militar continua allí. ‘¿Qué pasaría si Argentina le ofreciera u$s 1 millón a cada habitante para que aprobaran el cambio?’, escriben Blocher y Gulati. A ese precio, tendría sentido incluso para el Reino Unido hacer la oferta”.

La nota culmina con el siguiente comentario: “Con el fin de proteger los intereses de EE.UU. en el Ártico, Trump debería trabajar cercana y constructivamente con sus aliados europeos, incluidos Dinamarca y Noruega. Tal cooperación tendría más sentido a nivel económico que una expansión territorial. Trump puede estar equivocado respecto a Groenlandia, pero sin darse cuenta ha planteado la pregunta de las transacciones entre Estados soberanos. Si pueden usarse para evitar la violencia y las tensiones innecesarias, a la vez que se beneficia a los residentes de los territorios en venta, ¿por qué no?”.

Fuente: fundacionmalvinas.org