Según datos de Amanco Wavin el 30% del agua segura de todo el mundo se pierde debido a fugas en las tuberías y en Argentina ese número asciende al 40%.
Durante los últimos años, se ha observado un incremento del 30% de lluvias extremas y los períodos de sequía se volvieron a su vez más extensos. De hecho, el 70% de las grandes ciudades del mundo están sufriendo brutales sequías.
En un contexto mundial donde los recursos esenciales como el agua y la energía están tomando mayor protagonismo en el plano internacional se hace evidente la necesidad de protegerlos con mayor urgencia. El agua, siendo un recurso escaso, desempeña un papel fundamental en la sostenibilidad y reproducción de la vida en nuestro planeta. Presente en cada aspecto de nuestro entorno, desde los ecosistemas más remotos hasta los hogares de cada individuo, su valor se vuelve inmensamente vital para nuestra existencia cotidiana.
La creciente demanda de este recurso natural está generando una serie de problemas a nivel global. Durante el último siglo, el consumo mundial de agua se ha multiplicado por seis, y se proyecta que esta tendencia al alza continúe debido al crecimiento demográfico, el desarrollo económico y los cambios en los hábitos de consumo de la población mundial.
Según datos proporcionados por las Naciones Unidas, de mantenerse esta tendencia, la humanidad podría enfrentarse a un déficit mundial de agua del 40% en el servicio para el año 2040. Estas cifras alarmantes subrayan la urgencia de abordar efectivamente el manejo y la preservación de este recurso vital.
Grandes inundaciones y sequías con escasez de agua se ven cada vez con más frecuencia en distintas regiones del mundo independientemente de su poderío económico o de la infraestructura pluvial con la que cuentan. Ante esta realidad que impacta al mundo entero, surge la necesidad de preguntarnos:
¿Argentina podría sufrir una crisis hídrica?
Uruguay atravesó un tiempo atrás una situación donde la crisis hídrica elevó los niveles de salinidad en el suministro de agua. El país vecino es un claro ejemplo de los desafíos a los que podríamos enfrentarnos. La falta de una gestión adecuada, la comercialización del agua, la ausencia de ciudadanos involucrados y la explotación desmedida de recursos amenazan el acceso a este recurso vital.
Desde el 2022, Argentina enfrenta una sequía que afectó principalmente a la región Patagónica y al río Paraná. Además, ese año se caracterizó por ser el más seco de las últimas 4 décadas registrando temperaturas extremas e incendios forestales. Durante los últimos años la intensidad de las lluvias ha ido aumentando, en un 30% más de lluvias extremas y los períodos de sequía se volvieron más extensos. De hecho, el 70% de las megaciudades del mundo están sufriendo sequías.
Es importante no dejar de lado lo que sucede en las grandes ciudades de nuestro país. La mayoría de las zonas urbanas argentinas carecen de la planificación e infraestructura adecuada para adaptarse a eventos climáticos extremos. Para mitigar los efectos consecuentes es necesario trabajar en algunos aspectos como planificación urbana sostenible, movilidad sostenible, infraestructura verde, eficiencia energética, concientización y educación, colaboración interdisciplinaria, normativas y políticas, adaptación y planificación de emergencias, participación comunitaria, investigación y desarrollo y la gestión del agua.
Hoy en día, en muchos lugares del mundo ya se aplican soluciones con el objetivo de complementar las redes de drenaje pluvial con sistemas que puedan replicar, en su mayor parte, las condiciones naturales de la zona antes de que existiese construcción alguna. Ya que, en su mayoría, estos sistemas se encuentran saturados debido a la falta de inversión y mantenimiento. Estas soluciones son conocidas como SUDS o Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible.
Otra problemática que enfrenta Argentina es el porcentaje de la población que no cuenta con acceso al agua potable. A diferencia de lo que se cree comúnmente, el agua no es un servicio público que está disponible en todo el mundo y es una idea errónea considerar que cuando se abre una canilla siempre va a salir agua.
Según un informe de coyuntura sobre el Acceso e igualdad al Agua y al Saneamiento elaborado por el Ministerio de Obras Públicas en 2021, nueve millones de argentinos, lo que se traduce a un 20% de la población, no tienen acceso a agua potable segura. En zonas urbanas, estos números se traducen a 1 de cada 10 personas. Según datos de Amanco Wavin el 30% del agua segura de todo el mundo se pierde debido a fugas en las tuberías y en Argentina ese número asciende al 40%.
“El agua es el bien más preciado que tenemos y, lamentablemente, en muchos lugares aún no hay una real toma de conciencia acerca de su importancia, lo cual está generando cada vez más inconvenientes. Además de ser un recurso de la naturaleza, es fundamental para el sostenimiento y reproducción de la vida en el planeta y es indispensable para el desarrollo de los procesos biológicos. Es un tema que debería estar en todas las agendas políticas, sociales y económicas, pero desafortunadamente en muchos casos aún no lo está”, consideró Sandra Pérez, gerente de Producto Latam de Amanco Wavin.