Colonos de la pampa gringa en fotografía tomada en el sur de Santa Fe.
Notas en esta entrada:
- A nuestros padres y abuelos que vinieron desde tan lejos
- Comenzó Festival Nacional de Cine en General Pico
Por Hugo Ferrari - Especial para Semanario Región
El 4 de Septiembre de cada año se celebra en Argentina el Día del Inmigrante. Esta fecha y esta celebración no pueden pasarnos desapercibidas a nosotros, que buenos, regulares o malos, somos herederos de la gesta inmigratoria.
Es como decir que en el resumen de nuestra identidad como nación, están todos aquellos que vinieron de muy lejos para abrir surcos y formar hogares y que en esos surcos y hogares dejaron sus semillas argentinas.
Fuimos a veces generosos y otras veces injustos con quienes nos refundaron. Podríamos sintetizar esos trajines en los versos de Alfredo Conte en homenaje a su padre, que llegó desde Cosenza en 1887:
¡Mi viejo, vos hiciste el mundo nuevo,
abriste surcos, criaste hijos
y fuiste solamente un inmigrante.
No sé cómo decirlo en dos palabras…!
Haciendo memoria
El Día del inmigrante se celebra aquí el 4 de septiembre de cada año para recordar la llegada de tantos hombres y mujeres al país y en recuerdo de la disposición dictada por el Primer Triunvirato en esa fecha de 1812, al ofrecer “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.
Mucho después el preámbulo de la Constitución de 1853, alude a "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino"
En el concierto del nuevo Estado existieron dos grandes períodos de la historia inmigratoria en la Argentina. El primero, conforma el ciclo de arribos masivos reconocido como “La Gran Inmigración” y vinculado a la llegada de millones de europeos desde el último cuarto del siglo XIX hasta la década de 1950.
El segundo período, entre 1950 y nuestros días, se basa en las migraciones latinoamericanas. Si hasta la década de 1990 estos últimos migrantes estaban asentados en nuestras zonas de frontera, a partir de entonces, con la crisis de las economías regionales, comenzaron a desplazarse hacia los grandes centros urbanos.
Pues bien. Sobre todo nos conmueven y ocupan las corrientes venidas a esta pampa húmeda que sin embargo curtió a nuestros abuelos en días interminables de sequía y vientos. Sus sueños, hechos de hijos, sudor y añoranzas le modificaron a la tierra su nomenclatura convencional hasta ser reconocida como la “pampa gringa” que compartimos con Santa Fe, Buenos Aires, este de Córdoba y sur de Entre Ríos.
Estas latitudes eran vírgenes en muchos sentidos y fueron los españoles, italianos, árabes de distintas nacionalidades, rusos, alemanes, judíos, suizos, franceses y vascos (si me lo permite España) los que mejor contribuyeron a nuestro desarrollo.
Tanto mosaico de naciones nos dio los oficios en los pueblos y la sustancia económica de la que nos nutrimos desde el campo. Pero además de ello nos aportó variados perfiles en las instituciones, los clubes, las costumbres y un entrañable encanto casi musical llamado “cocoliche”.
Ese cocoliche que ahora añoramos era el lenguaje esgrimido por los argentinos adoptivos que siendo europeos, intentaban hablar nuestro idioma, poblado y entremezclado de acentos gringos. Ese cocoliche dio lugar a la historia de conventillos pintada con simpatía por el teatro criollo o porteño, atrevido y costumbrista.
Este decir entreverado y los nombres de sus autores le permitió escribir al poeta José Pedroni:
La lengua era difícíl.
Sus nombres eran raros.
Los gauchos se murieron
sin poder pronunciarlos.
Repensando la inmigración
Podríamos tratar de imaginar cómo sería hoy la Argentina de no haber abierto sus puertos a la llegada de tantas culturas fundadoras. El intento sería un imposible o como ahora se dice un contra fáctico.
Pero no me equivoco al suponer que de haberse cerrado las puertas a tantas voluntades ansiosas seríamos casi nada. En cada apellido nuestro, en cada industria, en cada movimiento social, cultural y político están ellos, con sus diferencias, sus defectos y sus méritos.
Sería difícil concebir otro destino para una nación joven que no termina de perfilarse. Pensemos que en el fondo, todos venimos de inmigrantes. Hasta nuestros pueblos autóctonos, que así les llamamos, habrían llegado a la América desde el Asia hace 20.000 o 30.000 años, navegando, caminando o de a caballo hasta llegar al sur. Y otra vez Pedroni:
La culpa de tu muerte es culpa mía.
Indio, dime que soy tu perdonado
por el trigo inocente que nacía.
Somos pues el producto aún no terminado de la unión de muchos ingredientes que mezclados y revueltos conforman la gran ensalada humana de nuestra identidad nacional.
Pero no debe creerse que ellos vinieron solo al campo y a los pueblos. También agitaron la sangre de las ciudades, como para que Evaristo Carriego pergeniara en “Desde el patio” su elogio a una inmigrante andaluza:
Me gusta verte así, bajo la parra,
resguardada del sol de mediodía,
risueñamente audaz, gentil, bizarra,
como una evocación de Andalucía.
Nos enseñaron casi todo
Ellos nos enseñaron casi todo. Desde el trabajo sin pausas y la aventura de habitar los rústicos desiertos hasta la rebelión por el injusto trato. De aparceros y arrendatarios pasaron a ser dueños de chacras y parcelas.
En Alcorta pegaron un grito que repercutió en millones de oídos argentinos, y alguien le cantó a la inolvidable María del escarmiento:
Nadie plantaba para nadie un árbol.
Ninguna oveja les era consentida.
Sin cantos, sin balidos, las mujeres
hijos tristes tenían.
Hasta que en noche de sudor y tierra,
sola de soledad, vacía,
con delantal de llanto entre los dientes,
diste en un grito el día.
Colaboración: Hugo Ferrari
El jueves 1° por la tarde, dio comienzo la 6ª Edición del Festival Nacional de Cine en General Pico, en la sala del Cine Teatro Pico.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de La Pampa previamente, entregó en comodato por todo el mes de septiembre la unidad de Cine Móvil para que el Festival también llegue a los barrios con la proyección de películas de cine nacional y de realizadores pampeanos, que se extenderán a toda la región.
La secretaria de Cultura, Adriana Maggio, el martes 6 de septiembre acompañará a los realizadores pampeanos que proyectarán sus cortometrajes seleccionados a partir de la convocatoria “La Pandemia en La Pampa” que realizó la Secretaría de Cultura junto al colectivo RAP (Realizadores Audiovisuales Pampeanos) y que contó con el financiamiento del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Las obras reflejan una mirada audiovisual de lo que dejó la pandemia en nuestra provincia y en las que el barbijo fue el elemento común que atravesó las distintas producciones audiovisuales.
Esta sexta edición que se desarrollará hasta el miércoles 7, cuenta con distintas competencias donde participan largometrajes nacionales y latinoamericanos, cortometrajes regionales, y nacionales, una muestra de cine italiano, y una muestra de cine internacional que se podrán disfrutar en las pantallas de los Cine Teatro Pico y Gran Pampa de esa ciudad, en diferentes días y horarios.