La profesora Nancy Castagnini, historiadora quilmeña, recuerda que a Sarmiento «se lo discute con pasión y lamentablemente en muchas ocasiones, sin conocer su obra. Se opina desmesurada y hasta contradictoriamente, desde la tribuna de los opinólogos de turno y desde los claustros de la historiografía más conspicua.
Apasionamiento
No existe otra figura tan compleja y viva, que despierte este apasionamiento en la historia de la Patria. La idea pareciera ser derribarlo del lugar que le ha designado la historia nacional y mundial.
Cuando llegó a la Presidencia de la Nación (1868-1874), su obra trascendió su tiempo. Sus colaboradores fueron Dalmacio Vélez Sársfield (ministro del Interior), Nicolás Avellaneda (Justicia e Instrucción Pública), Mariano Varela (Relaciones Exteriores), José Gorostiaga (Hacienda) y Martín de Gainza (Guerra). Su lema fue: ubicar hombres de talento e idóneos en los puestos claves del Estado, es cuestión de salud pública».
Labor educativa y cultural
Por supuesto, Sarmiento se destacó fundamentalmente por la labor educativa y cultural. «Empezó en 1824 enseñando letras junto a su tío, el padre José de Oro, en la escuelita rural de San Francisco del Monte, San Luis. Allí nació su convencimiento de que sin esta herramienta esencial no era posible el progreso, aunque su certeza la formó cuando con aquellos ojos ávidos de conocimiento viajó por dos años por el mundo, por disposición del gobierno de Chile. Aquella asombrosa aventura lo llena de entusiasmo y la describe magistralmente en Viajes.
Desarrollo y progreso
Conoció a los intelectuales más importantes de su tiempo y también, las formas de fomentar el desarrollo y el progreso. Años después tratará de ponerlo en práctica: de 30 mil escolares se pasó a 100 mil. Fundó 800 escuelas primarias, colegios nacionales de enseñanza secundaria, en San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Rosario y Corrientes. Fundó en 1870 la escuela Normal de Paraná y los seminarios conciliares de Cuyo, Salta y del Litoral, para dotar al país de sacerdotes y maestros.»
Salud Pública
Continua diciendo Nancy Castagnini que Sarmiento también se preocupó por la salud pública, la urbanización, amó la vegetación y los animales, creando instituciones que se ocuparon de ello.
La historiadora reconoce que «por supuesto Sarmiento cometió errores, algunos tan grandes como sus aciertos, pero sin dudas, fue tan imponente y positivo su legado que se diluyen aquellas fallas ocurridas en la vorágine y las ansias de un tiempo cruento, violento y vertiginoso. La distancia fue lustrando su imagen con un brillo enceguecedor y hoy, luego de más de 200 años, lo seguimos tomando como ejemplo, a pesar de discutirlo fervientemente.»
Civilizar el país
«Una vida pasional, temperamental, agitada, caracterizada por las ansias de saber y el sostenido empeño de civilizar el país, lo que lo llevó a combatir a cuantos se opusieron. Aquellas viejas pasiones no se han acallado. Los argentinos lo sabemos, viejos conflictos, nuevos interrogantes. Amamos y denostamos su memoria y su obra, besamos y arañamos el bronce, y él sigue incólume, firme y vigente para hacernos recapacitar y reflexionar el futuro de la Patria, cuya grandeza fue para él, un sueño venerado, un sueño que aún debemos hacer realidad, sin egoísmos ni pequeñas miserias.»
Por tanto, decir cultura en términos sarmientinos significó y significa «arar» en las entrañas de la sociedad, en el corazón de la Patria, motivado, movilizado, simplemente: por el amor a la Patria, dejando su propia vida añorando un país educado, con progreso y un futuro mejor para todos.
Fuente: www.elsolquilmes.com.ar