La reciente desaparición de Edgar Morisoli fue un acontecimiento que conmovió al mundo intelectual de la Provincia. La muerte de alguien que ejerció la poesía en su sentido más profundo y fue capaz de captar la esencia del paisaje y del ser humano que lo habita y tuvo una mirada de semejante amplitud y perspectiva sobre la realidad merece -y así quedó demostrado- nuestro profundo y perenne reconocimiento.
Sin disminuir en lo más mínimo las apreciaciones sobre la realidad literaria del poeta, la Fundación Chadileuvú hoy quiere agregar el debido homenaje a otro aspecto de su personalidad: el que hace al técnico y evaluador de políticas hídricas que marcó rumbos en la provincia y que defendió sus derechos con argumentos sólidos e irrebatibles, en buena parte debidos su amplia perspectiva cultural.
Edgar había llegado a La Pampa hace más de medio siglo y su amor poético por el paisaje comenzó por la comprensión y conocimiento de su geografía y su historia en el sentido regional. Edgar era un gran conocedor de la geografía de La Pampa y de su gente; al igual que Atahualpa Yupanqui recorrió los senderos más olvidados de esta, su tierra adoptiva que luego sirvió de inspiración a su profunda obra poética. Integró, junto con otros dos pioneros, los ingenieros Rodríguez Diez y Carlos Mainero, el equipo básico que concretó en lo técnico la esperanza que daba el río Colorado, acompañando el conocimiento del desarrollo humano con la capacidad que le daba su condición de agrimensor. Ellos trabajaron codo a codo en el diseño del ambicioso sistema de riego de la Colonia 25 de Mayo, junto al reconocido profesor titular de la Universidad de Buenos Aires Ing. José Salvador Gandolfo.
No podemos olvidar su participación decisiva en las reuniones que dieron origen al Tratado del Colorado. Sus sólidos argumentos fueron legendarios por su decidida defensa de los intereses de nuestra provincia. Eso pudo ser así justamente por la sabiduría y experiencia que lo llevó a tener un amplio panorama de los aspectos hídricos de la provincia que le reportaría tanto respetos como envidias, que quedaron de manifiesto durante las sucesivas cesantías y reincorporaciones que tuvo como empleado provincial durante los torpes gobiernos militares que padeció la provincia.
Cualesquiera fueran las condiciones personales en las que debió desenvolverse, nunca cesó de ampliar el conocimiento técnico y político sobre el agua en La Pampa. Muchos argumentos jurídicos se vieron reforzados por sus contribuciones, y a su alrededor se fue formando una reducida pero efectiva camada de discípulos que ojalá continúen portando sus banderas.
A esta altura de la evocación es necesario recordar que, junto a sus aportes específicos relativos a los ríos, prohijó algunos proyectos netamente innovadores con vistas a dinamizar las zonas menos desarrolladas de la provincia, caso de los manantiales de la meseta basáltica, a los que propugnó convertir en minioasis, un proyecto único en el país inexplicablemente vetado por el gobierno militar y del que las aguas siguen hasta hoy perdiéndose en el desierto. Otro, más audaz si se quiere y basado en modernos aprovechamientos extranjeros, con vistas a aprovechar los escurrimientos de los ríos secos del noroeste provincial, que cuando las lluvias típicas de la zona conducen importantes caudales de agua que se pierden al pie de la barda occidental.
Lo dicho, y bastante más, elaborado al mismo tiempo que surgía la simbiosis entre poesía y técnica, materias que se alimentaban y daban mutuo fundamento en un quehacer propio de un espíritu de concepción amplia.
Es por lo dicho entonces que la Fundación Chadileuvú quiere recordar en una de sus facetas menos reconocidas, pero de igual trascendencia, a quien fuera uno de sus presidentes y animador de una labor que lleva ya tres décadas.
Al margen de su espléndida literatura los merecimientos técnicos-políticos mantienen una sólida proyección de futuro. Supo pensar La Pampa del futuro en materia hídrica.
El “Día de la lucha por el río Atuel” se conmemora cada 8 de agosto en La Pampa.
La fecha evoca el día en que, en el año 1947, el radiotelegrafista Angel Garay le envió al entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, un telegrama donde le describió las consecuencias sociales, ambientales y productivas que provocaba el corte del río por parte de las autoridades de Mendoza.
Garay se desempeñaba como encargado del Destacamento de Policía en Paso de los Algarrobos, en el oeste pampeano.
El mensaje enviado a Perón destacaba que era “el triste saldo de una larga sequía que sufre la zona”, derivada de la obstrucción del curso de las aguas en la provincia de Mendoza. Además resaltaba que los pobladores estaban ubicados en las costas de los ríos Atuel y Salado, al oeste de La Pampa próximo al límite con Mendoza.
Esa nota culminó con el dictado de la Resolución Nº 50 del año 1949 de la Dirección de Agua y Energía Eléctrica de la Nación, que ordenó con carácter provisorio la entrega de caudales a nuestra provincia con tres sueltas anuales de siete días de duración cada una, con destino a bebidas de poblaciones y ganado, riego de las praderas naturales y alimentación de represas y lagunas.
La lucha y el compromiso de todos los pampeanos y pampeanas dio un paso más al recuperar el río Atuel el pasado 16 de julio, cuando la Corte Suprema de Justicia dictó un nuevo fallo, ratificando el fallo de 2017 y fijando un caudal inicial mínimo permanente de 3,2m3/s en el ingreso del río a La Pampa. Además el Tribunal reconoció el daño ambiental, clave en el reclamo pampeano, y del que ya diera cuenta Garay en 1947.