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Semanario REGION®

Del 26 de febrero al 4 de marzo de 2021 - Nº 1.435 - Año 31 - INPI 1983083

El campo: cuerpo y alma de Argentina

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El 7 de marzo se celebra el Día del Campo. El campo, como la madre, no debiera tener una sola fecha para nuestra inmensa capacidad de amor. Pero como si se tratara de un cumpleaños, hoy vamos a hacerle apagar las velitas de la fertilidad. Y si se largara a llover en medio del festejo, mejor…
El peruano Nicomedes Santa Cruz nos hacía reflexionar hace un tiempo cuando decía “Este domingo de mayo (en Argentina es de octubre) vergüenza debiera darme/ marcar un día del año para querer a la madre”
Y también cuando remataba “Pero me apena que exista solo un Día de la Madre/ cuando toda una existencia no basta para adorarle…”

Lo mismo podríamos decir del campo, de las dilatadas praderas de la patria, de la tierra en fin no ocupada por lo urbano y dedicada a la paz y al alimento de los hombres.
Porque en la madre y en la tierra hay una similitud de rasgos y funciones que los antiguos pueblos andinos definían como “la pacha mama”
Sin embargo el campo tiene en Argentina y a partir de nosotros en muchas otras naciones, un día de celebración que es el 7 de marzo y que está dedicado a enfatizar la importancia del sector rural como pilar de la estructura social y económica del mundo.
De modo que no subestimaré la importancia de este día si me permite rescatar la historia y la cultura de tantas familias criollas y gringas que elaboraron desde el campo sueños eternos trasuntados en hogares, hijos, trabajo y riquezas.

El campo es motor de la economía nacional, uno de los sectores más competitivos, principal exportador del país, un gran generador de empleo a lo largo de todas las cadenas agroalimentarias y agro industriales y el más importante contribuyente de las arcas públicas.
Pero su papel no se agota en la producción de bienes agropecuarios, forestales y biológicos, tema que dejo a los especialistas. También ha venido nutriendo a las artes, a las tradiciones y en suma a la cultura de los argentinos.
Un capítulo especial merecen la tierra y el campo en la literatura, el canto, la pintura y el teatro, partiendo de las crónicas de viaje de los primeros adelantados, siguiendo por los versos descriptivos del Martín Fierro y las coplas de Atahualpa y llegando al legado sustancioso de poetas, compositores, intérpretes y retratistas.

Desde pequeños fuimos ganados, aún en las ciudades, por la reseña agreste: El rancho, el caballo, las vacas, los pájaros, las hectáreas, la yerra, las esquilas, los bailes en galpones, las leyendas y creencias, la tranquera, los alambrados, la infinitud vegetal por centinela, las siembras, las trillas y cosechas, las escuelitas rurales, las trenzas, las bombachas, los arreos y un mundo de cosas y palabras que nos pintaron un cuadro telúrico de ensueños.
Y es entonces cuando vuelvo a la idea original de este escrito: El campo y las madres suelen parir de amor. Hay siempre una correspondencia entre la tierra y la mujer que puede ser nuestra novia, nuestra hermana o nuestra propia madre, pues como muchos lo presumieron la mujer es una tierra cultivable mientras que la tierra es una mujer fecunda.

Se podría expresar también que la tierra dolida, callada, paciente, esperanzada de semilla y lluvias, la tierra paridora de aromas y caminos, levanta alguna vez, como una madre, su voz que todo lo abarca.
En alguno de mis libros me atreví a afirmar que si el psicoanálisis ha revelado la importancia de la figura materna en la conducta del adulto, los poetas han sentido muy lejos de la ciencia, la influencia del campo y de la tierra. Y esto quizás haya sido por el asombro que tales cosas producen como instancia de nacimiento, como matriz dispensadora de vida que absorbe hasta lo que muere para reengendrar y volver a parir.
Tal vez habría que vivir, sufrir, trabajar y soñar en el campo para comprender mejor todo esto y para entender por qué el hombre rural es capaz de extender los horizontes dando cabida a sus mejores empeños.
Y entonces habremos de coincidir en celebrar un día, el 7 de marzo, como fecha de homenaje al campo, pero como ocurre con la madre, no amarlo según el almanaque, sino todos los días de la vida porque madre y tierra, son pasiones vitales en el hogar de los pueblos.

Colaboración: Hugo Ferrari